El régimen de Irán es aberrante. Es un régimen que, como se ha explicado durante la Copa del Mundo de la vergüenza, es autoritario, teocrático, machista y violento, entre otras muchas cosas. Después de que se conociera que se sustituyó la pena de muerte al futbolista iraní Amir Nasr-Azadani por una pena de prisión de 26 años, ahora ha transcendido que un campeón nacional de kárate del país, Mohammad Mehdi Karami, ha sido ejecutado.
Fue ejecutado, concretamente, el 7 de enero. Según diversos medios, Mehdi Karami participó en las protestas por el asesinato de la activista Mahsa Amini. Por este motivo, habría sido condenado a muerte el pasado 5 de diciembre, después de un juicio que, según Amnistía Internacional, no ha sido «nada parecido a un procedimiento judicial significativo». Fue, pues, puesto en el corredor de la muerte y, finalmente, ejecutado. Según la familia del deportista, Mehdi Karami fue torturado en la prisión, y se le negó el acceso a un abogado.
La dudosa versión de fuentes afines al régimen iraní
Por su parte, según fuentes afines al régimen iraní, Mehdi Karami fue ejecutado por haber matado a un miembro de la fuerza paramilitar Basij, que pertenece al mismo régimen, durante una de las protestas. Pero está claro que este régimen no es nada fiable. Y que, además, la pena de muerte es un método deplorable y anticuado.
Apenas antes de ser ejecutado, Mehdi Karami tenía 22 años. Era, como se ha dicho, campeón nacional de kárate en Irán, y por tanto uno de los deportistas más relevantes del país en esta disciplina. Una disciplina que había empezado a practicar a los 11 años, y que le había generado alegrías tanto a él como un pueblo que ahora vive bajo el terror de un régimen.
La cara visible del régimen iraní es la de su líder supremo, Alí Jamenei. Sin este régimen, ni el karateca Mohammad Mehdi Karamini habría sido ejecutado, ni la activista Mahsa Amiri habría sido asesinada, ni el futbolista Amir Nasr-Azadani estaría condenado a 26 años de prisión. Tampoco habrían muerto más de 500 personas desde que empezaron las protestas en Irán en 2022, según datos del ONG Irán Human Rights.