La Copa Mundial de fútbol masculino que se está disputando en Qatar ha sido acompañado por una gran oleada de contexto político, y así quedará marcado por siempre jamás. Desde el primer momento, sucedieron polémicas como la del brazalete
Hay que ir por partes, porque hay mucha teca. La selección de Irán, entrenada por el portugués Carlos Queiroz, logró, a finales de 2021, la suya tercera clasificación consecutiva para una Copa del Mundo, y la sexta en total. Aquello evidenció el crecimiento del país en términos futbolísticos y generales. El dominio que tiene la Federación de Fútbol Iraní (FFIRI) a la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), y el país en la región.
Los iraníes quedaron emparellats en un grupo, el B, en el cual tenían posibilidades reales de pasar de fase, y por tanto hacer historia, puesto que hasta la fecha nunca lo han conseguido. Al final, en materia deportiva, no pudieron dar muchas alegrías en su pueblo, a pesar de que llegaron a la última jornada con opciones, gracias a la muy celebrada victoria ante Gales. En materia de dignidad, los persas han sido los grandes triunfadores del certamen.
En la primera jornada empezaron ganando este título simbólico. En el partido contra Inglaterra, los jugadores hicieron un ejercicio de valentía y honor, en no haber cantado el himno de su país, por así protestar contra los actos siniestros que su régimen venía haciendo. Y en el graderío, los forofos y forofas de Irán, muchos de ellos con residencia al extranjero, también estuvieron a la altura. Todos ellos eran conscientes que, entre otras cosas, la policía de este régimen acababa de asesinar, semanas atrás, Mahsa Amini, por no llevar correctamente su hiyab, y en el que supone la punta visible de un iceberg de crueldad.
Tanta crueldad, que después de que los jugadores se hubieran negado a cantar el himno, el régimen iraní emitió amenazas. Según informó la cadena CNN en la previa de Irán-Estados Unidos que cerraba el grupo, con una gran carga de contexto geopolítico, el régimen iraní avisó sus jugadores de las posibles consecuencias que podían haber en caso de que no se comportaran
Otro hecho simbólico e importando en este desastre de derechos humanos es el que le pasó a una aficionada iraní. Durante la previa de Irán-Gales, sostenía una camiseta con el nombre de Mahsa Amiri en su dorsal. Pues bien, la seguridad del estadio le requisó, y quedó una imagen para la posteridad.
La última noticia cruel: un futbolista iraní, condenado a muerte
Los últimos días, el mundo del fútbol ha quedado consternado por una noticia que lo atraviesa todo. Tal como ha informado la FIFPRO, Amir Nasr-Azadani, un futbolista iraní (que no ha participado en el Mundial catarí) ha estado condenado a muerte por una «traición a su patria», puesto que ha participado en una campaña a favor de los derechos de las mujeres. Esta noticia no está implícitamente relacionada con el Mundial, pero de alguna manera tiene que ver.
Para empezar, porque le ha pasado a un futbolista. Y ha pasado después de todos los agravios mencionados. Aquí ni los organizadores de la Copa del Mundo ni la FIFA tienen ninguna responsabilidad. Pero es una cuestión tan grave, que, con la visibilidad que la máxima asociación de fútbol en el mundo tiene y su supuesto compromiso con varios valores humanos, se espera que hagan algún gesto al respeto.
Evidentemente no lo harán, y por eso la FIFA deja mucho que desear. Pero el grande señalado es el líder supremo de Irán, Ali Jamenei. Él es la cara visible de un régimen autoritario nefasto. Sin este régimen, ni el futbolista Amir Nasr-Azadani ni cabe otra persona estaría condenada a muerte. Tampoco habrían muerto alrededor de 500 personas desde que empezaron las protestas en Irán este año, según datos del ONG Irán Human Rights. (entre ellas la mencionada Mahsa Amiri).
Irán, un país con un régimen autoritario
Antes de presentar Ali Jamenei, hay que acabar de contextualizar su régimen. Según datos de Economist Intelligence Unido, unidad del grupo The Economist, en 2021 Irán ocupó la posición 154 de un total de 167 en el ranking de países con más democracia. El país persa tenía, concretamente, una puntuación de 1,95, y recibía el hashtag de régimen autoritario.
En la teoría, Irán se podría considerar como una democracia, puesto que, entre otras cosas, en su país se celebran elecciones. La última vez fue en 2021. Entonces, Ebrahim Raisi, denominado como ultraconservador según muchos medios, se impuso de manera clara. Pero según informó The New York Times, mucha gente rehusó votar porque decía que aquellas elecciones estaban manipuladas.
Raisi se impuso en la primera vuelta, con mayoría absoluta: recibió el 60% de los votos. Ganó por goleada a los otros tres rivales, y recibió las felicitaciones de los líderes de Rusia, Corea del Norte o China. Todos los participantes habían sido aprobados por el Consejo de Guardianes, que tiene una relación estrecha con el líder supremo, Ali Jamenei.
La Revolución de 1979 transformó a Irán negativamente
Por lo tanto, Irán es un país sin democracia, y pleno de injusticias. Esto viene de hace muchos años. Irán tiene este tipo de régimen desde la Revolución de 1979. Hasta aquel momento, el país asiático estaba gobernado por la dinastía Pahlaví. Una dinastía que tenía el apoyo del Reino Unido y de los Estados Unidos, y que, sin entrar en un amplio análisis, permitía que las mujeres vivieran en paz, con elementos tan básicos y normales como las minifaldas. Ahora, en cambio, están obligadas, entre otros muchas cosas, a taparse completamente.
Aquella revolución duró un año y pico, y se produjo por parte de un bando formado por la unión de grupos religiosos. Alentaron parte de la población a hacer unas huelgas y unas protestas que paralizaron el país. En este sentido, el gobernador en aquel momento de la dinastía Pahlaví se exilió, dejando en el cargo un primer ministro que aprobó el retorno del líder opositor, que iba en la línea de la revolución.
Alí Jamenei, la cara visible de este régimen islámico
Recibió apoyo en su llegada y, después de una lucha armada, el gobierno provisional cayó, y la república islámica se acabó imponiendo. Desde entonces, han ido pasante líderes, hasta llegar a Ali Jamenei, que lo es desde 1989. Desde aquella revolución, las mujeres han perdido sus derechos, así como la libertad de expresión, y prácticamente todas las decisiones pasan por el líder supremo.
