La noche del pasado domingo fue especial por muchos motivos. Un Trofeo Joan Gamper siempre lo es. Pero éste, además, se convertía en el gran inicio de una temporada del Fútbol Club Barcelona muy ilusionante. Y además, se convertía en el regreso de Dani Alves, meses después de su último partido en el Camp Nou con la camiseta azulgrana y de haberse despedido a través de las redes sociales.
El brasileño se despidió a finales de temporada del club después de conocer que éste no contaba con él. Por tanto, se puso a buscar un equipo que le ofreciera un entorno competitivo, en su objetivo de llegar en forma al Mundial del próximo otoño, que es el último gran trofeo que falta en el palmarés del futbolista más ganador de la historia.
Finalmente, se enroló en las filas del Pumas mexicano. Ya se sabía que éste sería el rival azulgrana en el Gamper. Por tanto, el partido cobró aún más trascendencia. En la previa, el brasileño escribió una sentida carta al barcelonismo a través de las redes sociales, en la que expresó, entre otras cosas, que “no sé si se han dado cuenta, pero la vida siempre me trae de vuelta aquí, porque los buenos hijos siempre vuelven a casa para decir hola, nunca para decir adiós. Despedirme nunca fue mi punto fuerte, ya que no creo que podamos separarnos nunca. Estamos conectados por alma y la sangre que recoge mis venas apenas son rojas, ellas son azulgranas».
Además, el ex jugador de Sevilla o Juventus atendió a los canales oficiales del club para reconocer que “nunca dejaré de ser culé”, y que «mi simple regreso aquí ya era el principio de mi despedida» . Además, con una sonrisa, asintió que «siempre que vuelvo aquí llueve, y es que la lluvia trae cosas buenas».
Después, durante el contexto del Gamper, Alves recibió una condecoración del club. El Barça le regaló una camiseta de la presente temporada con su nombre y el número 431, que es la cifra de partidos que ha jugado con el Barça en sus dos etapas (de 2008 a 2016 y durante 2022).
Las ovaciones de la afición y el homenaje de los jugadores del Barça
Alves, además, recibió unas sonoras ovaciones por parte de los espectadores y espectadoras. Tanto cuando salió al césped como cuando, en alguna ocasión, se acercó a un saque de esquina para hacer un saque de esquina. Él fue, con diferencia, el mejor futbolista de todos los que tuvieron minutos en el combinado mexicano. Ejerció como interior y fue importante en las pocas jugadas ofensivas que los blancos lograron completar. Demostró que sigue en forma.
Como todos los jugadores que fueron de la partida, Alves acabó siendo sustituido. Y ahí se llevó la gran ovación de la noche. El Camp Nou se levantó para despedir una de sus máximas leyendas, que en primera instancia se dirigió al banquillo azulgrana para saludar a cada integrante de ésta.
Finalmente, una vez terminado el partido y el torneo, llegaron las ofrendas. Por un lado, cuando el capitán culé, Sergio Busquets, recibió el trofeo que acreditaba al Barça como ganador, llamó a Alves para levantarle ambos juntos. Y, a continuación, Busquets y todos sus compañeros mantearon al brasileño, en todo momento feliz.
La reedición del Gamper de Ronaldinho
Fue, pues, una reedición de lo que ocurrió en el Gamper del año 2010. En aquella edición, el Barça invitó al Milan de Ronaldinho. Aquello fue el regreso de uno de los mejores jugadores culés de la historia, dos años después de su despedida. Y se produjo la imagen icónica de Carles Puyol invitando al delantero en la foto del equipo azulgrana con el título de campeones, tras vencer a los italianos en la tanda de penaltis.
