La del pívot defensivo es la posición más icónica del Fútbol Club Barcelona. Es esa demarcación por la que, desde los tiempos de Johan Cruyff, ha pasado más rato el balón. Los técnicos que más saben a menudo asumen que es necesario un jugador diferente, que sepa jugar de fábrica. Nace, no se hace. Hombres ilustres han pasado por ellos, como Pep Guardiola, Rafa Márquez, Yaya Touré o Sergio Busquets. Justo en la semana en la que este último ha sido más criticado que nunca, un nuevo jugador ha levantado la mano: Frenkie de Jong.
En la cómoda victoria ante el Villarreal, fue el neerlandés quien ejerció como pívot defensivo. Nunca sabremos si Xavi Hernández ha tomado la decisión para otorgarle descanso a Busquets o si lo ha hecho para señalarlo. Sea como fuere, también es icónico que De Jong haya jugado probablemente su mejor encuentro como pivote defensivo en el Barça estos días. Justo después de que el partido de Busquets en el Santiago Bernabéu evidenciara que ya es el último año del de Badia, con el sueño americano en el horizonte. El capitán, de hecho, no estuvo contundente en la jugada que propició el primer gol blanco.
El día que había que pasar página después de unos resultados nefastos, Xavi ha apostado por De Jong y ha acertado. Contra el siempre rocoso Villarreal de Unai Emery, que acababa de encajar sólo tres goles en las nueve jornadas iniciales, más allá de las actuaciones estelares de Robert Lewandowski o de Gavi también ha brillado el chico de Arkel. Fue un auténtico espectáculo. Si el Barça ha vivido en campo contrario, ha sido sobre todo gracias a él.
‘Masterclass’ de De Jong en la creación y la recuperación de pelota , con mucho dinamismo
Él ha sido quien ha impreso energía y velocidad para romper líneas con su clásica jugada y quien se ha asociado a la perfección con quienes le han rodeado . Ha participado en la jugada del tercer gol y ha repartido caviar en otras ocasiones. Además, se ha convertido en ese amigo en quien confiar. ¿Qué tengo un problema? Pues es menos problema cuando tengo a De Jong a mi lado o detrás.
El neerlandés ha recuperado diez balones, una cifra muy poco habitual en la élite. Y, continuando en el apartado de las estadísticas, de los 81 pases que ha intentado, 77 han sido buenos. Muy trascendental, teniendo en cuenta que juega en una parcela con mucho riesgo y muy poblada. Si De Jong tuviera ese nivel o uno similar en casi cada partido, Busquets empezaría a probar las mieles del banquillo antes de lo esperado. El problema es que no es tan habitual ver este De Jong. Pero si lo propone, será el nuevo dueño de la posición más icónica del Barça.
Aún le faltan muchas guerras que batallar. Aún tiene que demostrar esto en un escenario de los gordos. Pero parece estar de camino. Es un tema de actitud. De una actitud tan genial como la que ha tenido en el pospartido, cuando ha levantado nuevamente la mano para atender a Movistar+ y reivindicar que «me siento cómodo cuando estoy involucrado en las jugadas y toco mucho el balón. Hoy lo he tocado» mucho, y me alegro».
