Hasta seis días ha tardado Fede Valverde en dar la cara después de darle un puñetazo a Álex Baena tras acabar el partido de Liga entre Real Madrid y Villarreal. Lo ha hecho de forma discreta, en un coche y con una multitud de periodistas rodeándolo, que le han tratado de víctima en todo momento y no le han juzgado por el acto que realizó. La situación sucedida en Madrid ha llegado a tal punto que ha parecido que el jugador fuera el agredido y no el agresor en el incidente del pasado sábado. En las imágenes se ha podido ver a un Valverde con la cara seria y una reportera le ha preguntado si «está mejor anímicamente». A la pregunta, él ha respondido con un «sí» y que tiene «el apoyo de la familia, la gente del Madrid y de la calle», cosa que el jugador «agradece bastante».
Lo único que se sabe ahora mismo es que Fede Valverde realizó un acto injustificable hacia otro jugador de fútbol, con el que es más que probable que acabe siendo sancionado. Lo que parece del todo surrealista es que se trate de víctima a una persona que ha agredido a otra y que parezca que esta sea la más afectada. Además, Álex Baena, el propio afectado, ya explicó en un comunicado que recibió amenazas de muerte y mensajes privados graves. Supuestamente por parte de aficionados del Real Madrid.

El madridismo se posiciona a favor de la violencia
Durante el partido de ida de cuartos de final del Real Madrid con el Chelsea, que ganaron cómodamente los blancos por 2-0, el uruguayo fue ovacionado por el público presente en el Estadio Santiago Bernabéu. Un acto deplorable y que demuestra que la afición del conjunto blanco está a favor del hecho que un jugador de su equipo haya agredido a un compañero de su profesión. Más allá de las razones que tuviera Fede Valverde de darle un puñetazo a Álex Baena, se está victimizando a una persona que ha utilizado la violencia para redimirse de unas palabras de un jugador del Villarreal sobre los problemas de embarazo de su mujer, de las cuales todavía no se ha encontrado ninguna prueba.