El fútbol es un deporte que genera muchas emociones y durante un Mundial, todavía más. Cada país tiene una tradición concreta, pero cuando se juntan dos aficiones como las de Argentina y México, la pasión se desata. Este hecho no tendría que ser negativo, pero siempre hay individuos que utilizan el fútbol como excusa para ejercer la violencia. Durante el duelo entre argentinos y mexicanos, varios aficionados de ambas selecciones se pelearon en las gradas, manchando la imagen de un partido histórico. Hace falta que los altos dirigentes del mundo del fútbol pongan todas sus fuerzas en erradicar de una vez por todas a los violentos de los estadios.
La rivalidad México-Argentina es demasiado fuerte
Hace unos días, aficionados argentinos y mexicanos ya habían protagonizado un lamentable episodio en las calles de Doha. Por las redes sociales, circularon unos videos donde se veían simpatizantes de ambas selecciones insultándose, pegándose y lanzándose objetos. El odio entre las dos aficiones es muy grande y el partido de ayer fue declarado de alto riesgo. Pues bien, el despliegue policial y de seguridad no fue suficiente para parar a los violentos. Se han filtrado imágenes de energúmenos pegándose en las gradas del estadio Lusail, con el partido en juego. Una pena que estos individuos mancharan un encuentro que agrupó el máximo número de asistentes en todo el torneo. Otro episodio lamentable y oscuro en la historia de los Mundiales.
Dentro del terreno de juego, Messi decidió
Sobre el césped, Argentina venció gracias a un Leo Messi estelar. El delantero del Paris Saint-Germain hizo un gol y repartió una asistencia para acercar a su país a los octavos de final del Mundial. Con el pase de gol, el astro argentino ha entrado en los libros de historia, una vez más: es el primer jugador que consigue repartir como mínimo una asistencia en cinco ediciones consecutivas de la Copa del Mundo. Además, igualó a Diego Armando Maradona con goles en un Mundial: ocho cada uno, con el mismo número de partidos disputados, veintiuno. Los argentinos vuelven a confiar en su equipo y sueñan con levantar el tercer Mundial de su historia.