El Fútbol Club Barcelona ha sufrido un auténtico baño de realidad. Contra el Bayern de Múnich, los jugadores de Xavi Hernández cayeron por cero goles a tres y, si bien tuvieron momentos de dominio del balón, nunca entraron en el partido. De hecho, no remataron una sola vez a portería. En materia deportiva, pues, hay muchas cosas que reprochar al Barça. Sin embargo, y lamentablemente, esto no es lo más grave. Lo grave es la falta de liderazgo que se ha evidenciado en el césped del Camp Nou en muchos momentos.
El capitán, Sergio Busquets, queda señaladísimo
Los casos más flagrantes los ha protagonizado el capitán de la nave, Sergio Busquets. El hecho de que lleve el brazalete con la bandera en el brazo es una responsabilidad añadida. Es decir, la pulsera no es sólo una cuestión estética. Tampoco le obliga a sólo participar en el sorteo inicial del campo con los árbitros y el capitán rival. Le obliga a muchas cosas.
En primer lugar, le obliga a dar la cara por el equipo. No sólo en las victorias, sino en las derrotas. Que en los últimos cuatro años tanto están abundando en Can Barça. El día en el que el Barça ha firmado su regreso a la UEFA Europa League y que encima fue domado por el Bayern, con un 0-3 en el marcador y con una imagen penosa, quien atendió el micrófono de Movistar+ a pie de césped y una vez terminado el encuentro ha sido Marcos Alonso. Es decir, lo primero que ha dado la cara después del desastre ha sido un futbolista recién llegado y no uno que lleva el brazalete y que está disputando su decimoquinta temporada en el equipo.
Pero la gravedad de esta incomparecencia se ha agravado a continuación. Cuando los jugadores ya estaban en el vestuario, un sector de la afición azulgrana en el Camp Nou se ha quedado, pidiendo que los protagonistas volvieran para devolverles el apoyo que ellos y ellas les habían dado durante una hora y media de partido . Pues bien: adivinen qué jugador no ha salido. Exacto, quien debería haber salido en primer lugar: el capitán de la nave, que, de hecho, cuando fue sustituido durante el partido recibió un silbido.
Estas líneas están destinadas a ilustrar el poco liderazgo que ha ejercido este miércoles negro un jugador que obviamente sigue siendo legendario. Sin embargo, hay mucha más teca para criticar en términos de actitud. Busquets no debería ser el único líder. Por ejemplo, en el Barça más dorado de la historia, el de Pep Guardiola, había muchas voces autorizadas. Estaba la de Carlos Puyol, pero también la de personalidades como Xavi Hernández, Dani Alves, Thierry Henry o Samuel Eto’o. Ahora, si el capitán de la embarcación falla, nadie sostiene el timón.
El final de partido esperpéntico del Barça
Llama la atención cómo ha terminado el partido el equipo: intentando atacar a un Bayern sólido a base de fogonazos e improvisaciones. No ha habido ningún guión, como ocurrió en la segunda mitad del 3-3 contra el Inter de Milán en el Camp Nou. Y todo ello ha generado los incontables errores en los últimos metros. Ha faltado dirección, al tiempo que una extensión al césped de esta dirección. El Barça ha atacado con unos Alejandro Balde y Ousmane Dembélé solos contra el mundo. Se han intentado cocinar ellos mismos las jugadas, pero no han estado bien acompañados. Mención especial también para Frenkie de Jong, que ha intentado establecer orden en medio del campo.
La extraña sustitución de Pablo Torre por Lewandowski
También llama la atención que Robert Lewandowski no haya terminado el partido. Si bien este miércoles el Barça no se jugaba nada a efectos resultadistas y que sí tiene un partido en el horizonte de Liga importante ante el Valencia, el cambio de Lewandowski no se entiende. El Barça ha acabado jugando contra su bestia negra sin el jugador que decidió dejar a esta bestia negra para enrolarse en las filas de los catalanes e intentar resucitar sus ilusiones. El hombre más decisivo, el hombre-estrella y el hombre-gol del Barça ha sido sustituido por el joven Pablo Torre, mientras el conjunto de Xavi Hernández no había hecho ningún remate a portería.
El Barça no levanta cabeza. Ha celebrado elecciones, ha vuelto el presidente del sexteto, ha hecho inventos para generar muchos ingresos y ha confiado la nave en el cerebro del mejor Barça de la historia… pero sigue sin levantar cabeza. Este año pintaba y pinta mucho mejor, en términos deportivos. Jules Kounde y el citado Lewandowski son dos de los mejores jugadores del mundo y sitúan al equipo en una dimensión superior. Sin embargo, mientras no exista ningún liderazgo, que es la conclusión del nuevo desastre, este equipo seguirá sumido en la depresión de Anfield y sin hacer grandes cosas.
