Un clásico siempre es un partido que genera mucho más debate que cualquier otro. Si hay un equipo que domina, presume durante un buen tiempo y el otro no quiere oír a hablar al respecto durante una temporada. Si está muy igualado, se buscan polémicas que hayan podido protagonizar los jugadores o, sobre todo, los árbitros. En cualquier caso, lo que pasa en un clásico nunca se queda al césped y siempre transciende el terreno de juego. En el caso de la ida de las semifinales de Copa entre el Real Madrid y el Barça, los dos factores que explican el clásico son dos anglicismos: el trash talky el fair play.
Trash talk
La traducción literal del concepto trash talk sería «hablar basura», pero lo que realmente quiere decir es lanzar provocaciones a un rival durante un partido, a poder ser, sin que el árbitro se entere. En este caso, a pesar de que el Barça, como club, presume de sus valores, los azulgranas no pueden estar muy orgullosos de su comportamiento durante el partido contra el Madrid. Por un lado, las cámaras han captado como Gavi le decía «hijo de puta» a Vinicius en un momento determinado del juego. Por otro lado, también han pillado a Xavi exclamándole «tonto» a Carvajal e increpando el cuarto árbitro: «Durante toda la segunda parte habéis estado cagados».
Fair play
En cuanto al fair play, es decir, juego limpio, juego noble o deportividad, el Madrid es el equipo que sale malparado. El gran protagonista negativo, como acostumbra a pasar recientemente, ha sido Vinicius. Por un lado, su acción con Frenkie de Jong, cogiéndolo del cuello y haciéndolo caer al suelo, ha sido una agresión nada deportiva. Sus quejas posteriores al árbitro, muy agresivas, le tendrían que haber costado la tarjeta roja. Además, Marcos Alonso ha tenido que separarlo de otros jugadores del Barça. Vinicius tampoco ha destacado por su fair play cuando ha simulado en más de una ocasión faltas de futbolistas azulgranas.