Leo Messi es jugador de el Paris Saint-Germain actualmente. Aun así, el tiempo de su contrato se agota. Quedan exactamente tres meses para que se ponga el sol. Un tiempo en el cual el campeón del mundo seguirá deshojando la flor. «¿Renuevo?», «¿vuelvo al Barça?», «¿emprendo la aventura americana?», «¿vuelvo a mis inicios de la mano de Newell’s Old Boys?» serán las preguntas que se hará.
En las últimas horas, no obstante, la opción que gana más fuerza es la del retorno a su casa. Al Fútbol Club Barcelona. Al Camp Nou (o al Estadio Olímpico Lluis Companys). A las playas de Castelldefels. Al sol mediterráneo. Al equipo entrenado por su amigo Xavi Hernández, liderado por su amigo Sergio Busquets y gobernado por la estrella consolidada Robert Lewandowski y las emergentes Pedri González, Gavi, Ronald Araujo o Jules Koundé.

Y cuando se habla de este retorno, lo más fácil es hablar de un last dance. Si Messi vuelve al Barça, efectuará un
La esplendorosa carrera de Michael Jordan en los Chicago Bulls acabó con un inesperado ‘last dance’
El origen del término last dance está ligado a la carrera de otro
Jordan empezó brillando casi desde la cuna. En el baloncesto universitario ya destacaba. En la Universidad de Carolina del Norte, mientras estudiaba geografía, deslumbraba a los parqués de la suya y de otras facultades. Todo esto, hasta que se presentó al draft de la NBA de 1984. Allá fue cuando fichó por los Bulls, y cuando todo empezó.
Y empezó de forma fulgurante. En su primera temporada, Jordan fue nombrado Rookie del año, fue incluido en el partido del All-Star, y batió el récord de la mayor puntuación en un partido por parte de un jugador debutante en una temporada de NBA, con 49 puntos contra los Detroit Pistons. ¡Qué carta de presentación!

Durante los primeros años en la mejor competición de baloncesto del mundo, Jordan volaba, con la excepción de una lesión que lo apartó un tiempo de las pistas. Los Bulls, en cambio, no lo acompañaban. No fue hasta el año 1989 cuando consiguieron un importante hito: el subcampeonato de la conferencia este.
Aquel año, el equipo experimentó un gran punto de inflexión: se contrató el entonces asistente Phil Jackson como entrenador y, a la vez, sangre nueva de la mano de jugadores prometedores. Estas dos circunstancias, unidas al talento de Jordan, multiplicaron las prestaciones de los Bulls. La temporada regular del jugador y del equipo fueron magníficas… hasta que se volvieron a topar con los Pistones.
Fue en una nueva final de conferencia, en la cual volvieron a caer. Esto, lejos de generar dudas, aumentó la ambición de Jordan. Tanto fue así, que en 1991 por fin pudieron alcanzar la final de la NBA, eliminando precisamente a los Pistons en la final de conferencia, y fueron campeones, derrotando a los Lakers.
Esta victoria abrió un espectacular ciclo victorioso: los Chicago Bulls de Michael Jordan ganaron seis anillos de NBA en siete años. El camino, no obstante, fue accidentado. El año 1993, después de lograr el oro olímpico en Barcelona 1992 con el famoso Dream Team, Jordan se retiró del baloncesto. Expresó que ya no estaba tan motivado. De hecho, habían asesinado hacía poco a su padre.
Jordan sorprendió todavía más al iniciar una carrera al béisbol que duró poco. Resulta que, sin él, los Bulls cayeron en picado y pasaron de ganar anillos a sufrir para clasificarse a los Play-offs. El ambicioso Jordan decidió volver al baloncesto y al equipo, anunciándolo a través de un boletín de prensa con un claro «I’m back» (he vuelto). En un inicio, como su famoso dorsal 23 había sido retirado en su honor, lució el 45, pero después volvió al mismo 23. Los Bulls, pues, volvieron a reinar.
Después de ganar tres anillos consecutivos, entre 1991 y 1993, y de la tregua explicada, llegaron nuevos triunfos. Con el paréntesis del año 1995, en el cual cayeron en la semifinal de la conferencia, el siguiente volvieron a ganar. El fichaje de Dennis Rodman elevó el nivel, y esto se notó. Los Bulls volvieron a ganar la NBA, con el cuarto MVP para Jordan.
El año siguiente, lo volvieron a hacer. Volvieron a ganar la NBA, con una final épica contra los Utah Jazz. Era el verano de 1997. Jordan ya lo había ganado todo, y ya tenía la mejor carrera de todos los tiempos y de todas las dimensiones. ¿Y el técnico Phil Jackson? Más de lo mismo. Llevaba ocho años ininterrumpidos dirigiendo la franquicia. Todo ello generó un desgaste que estuvo a punto de acabar con aquel ciclo.
Durante las finales de 1997, el entrenador se reunió con el propietario de los Bulls para comunicarle que no continuaría el próximo año. También Jordan, en un conflicto con Jackson, dejó entrever esto. Finalmente, anunciaron que continuarían. Y el entrenador bautizó aquella siguiente y última temporada como el
Messi lo ha hecho todo en el fútbol… excepto un ‘last dance’
El last dance, pues, es el concepto que explica aquel último año de Jordan en los Bulls (si bien prolongó su carrera dos temporadas en los Washington Wizards). Pero también, cada vez más, es el concepto con el cual se conoce el posible retorno de Messi al Barça.
Sería un movimiento histórico por todo lo que significa Messi para el Barça, el Barça para Messi, y Messi para el fútbol. Lo haría, como se ha dicho, con un equipo y un entrenador que están creciendo. Y con el título tan deseado de la Copa del Mundo. Messi ya juega a fútbol por pura pasión: ya lo ha hecho todo. Excepto su particular last dance.