«Yo no estoy lesionado, sino que convivo permanentemente con una lesión». Con estas duras palabras Rafa Nadal ha descrito sus problemas físicos, conocidos bajo el nombre del síndrome de Müller-Weiss, los cuales le están haciendo la vida imposible desde hace muchos años. A causa de esta lesión crónica, Nadal ha caído eliminado de los octavos de final del Masters 1000 de Roma, un torneo que ha ganado en hasta diez ocasiones y que se trata de una de sus competiciones fetiche sobre tierra batida. Su rival, el canadiense Denis Shapovalov, ha aprovechado los problemas físicos del de Manacor para remontar el partido y hacerle caer antes de tiempo.
Rafa Nadal y el síndrome de Müller-Weiss
El síndrome de Müller-Weiss es una enfermedad degenerativa extraña que no se puede operar y que consiste en tener falta de riego sanguíneo en alguna parte del cuerpo, en su caso en el pie izquierdo, que provoca la necrosis del hueso y, por lo tanto, un dolor crónico. Así la describe el mismo Nadal: «Es difícil entender mi día a día, pero no me quiero hacer la víctima. Tengo lo que tengo. Mañana me levantaré fatal porque no me tomaré nada. Me tomo antiinflamatorios constantemente, porque si no lo hiciera, no podría entrenar. Si no me tomo nada, voy cojo, así que continuaré así hasta que el cuerpo aguante o hasta que la cabeza diga basta».
Rafa Nadal empezó a notar estos problemas desde que era muy joven, en 2005, pero a base de un trabajo físico constante e intenso ha podido desarrollar su carrera hasta convertirse en el tenista con más Grand Slams de la historia (21) hasta el momento. Aun así, el síndrome de Müller-Weiss se le ha ido acentuando con los años y la temporada pasada tuvo que renunciar a torneos que quería disputar, como Grand Slam de los Estados Unidos o los Juegos Olímpicos de Tokyo, a causa del dolor que le provocaba esta lesión.
Es por eso que se subrayó muchísimo el hecho de que ganara Grand Slam de Australia al inicio de este curso, puesto que, no solo se convertía en el mejor tenista de todos los tiempos, sino que lo hacía habiéndose recuperado de una lesión grave. Ahora bien, el término recuperación no acaba de ser adecuado en este caso, puesto que Nadal no se podrá recuperar nunca del síndrome de Müller-Weiss y sencillamente tiene etapas mejores y etapas peores. Ha reconocido que este dolor «me da muchos días de infelicidad», a pesar de que explica que todavía disfruta de lo que hace, porque «juego para ser feliz».
Esta intensificación de sus problemas físicos llega en un muy mal momento, ya que solo quedan diez días por el inicio de su Grand Slam favorito, Roland Garros, el cual ha ganado en hasta trece ocasiones. De momento, Nadal confía en poder llegar y competir para ganarlo, a pesar de que no se ha mostrado tan seguro como otras veces. Eso sí, ha dicho que «en caso de que se me presente una remota posibilidad de ganar, estaré preparado para lucharla». También ha asegurado que «miraré adelante, porque mi cabeza continúa preparada para asumir el reto».