Durante dos días seguidos, Joan Laporta ha afrontado ruedas de prensa como presidente del Fútbol Club Barcelona. Tanto en la primera, para presentar los resultados del informe Forensic, como en la segunda, para presentar Adama Traoré como nuevo fichaje azulgrana, un actor secundario se ha colado entre los protagonistas del acto. Se trata del delantero francés Ousmane Dembélé, que desde que no ha querido renovar, ni marchar en el mercado de invierno, se ha convertido en el enemigo público número uno del club, por mucho que continúe formando parte de la plantilla.
Si bien en la primera rueda de prensa Laporta ya se mostró «dolido y sorprendido» por las decisiones que había ido tomando Dembélé, todas en detrimento de los intereses del club, en la segunda ha estado mucho más contundente. A pesar de que se trataba de la presentación de Adama, el presidente azulgrana no ha tenido ninguna duda a responder todas las preguntas que se le han hecho sobre el francés y se ha desahogado con todo tipo de detalles. La sensación es que Laporta quería marcar perfil de club y dejar muy claro que no se puede jugar con el Barça sin recibir después ningún tipo de consecuencia.
«No entendemos la posición del jugador. La respetamos, pero no lo entendemos. No lo aceptamos. Queremos jugadores con una buena actitud. Si no quiere renovar, él sabrá, pero se tiene que atender a las consecuencias». Con estas palabras tan contundentes Laporta ha mostrado la postura del club ante esta situación. Eso sí, ha dejado claro que la decisión sobre si tiene que jugar o no la tomará Xavi Hernández, que por eso es el entrenador, a pesar de que ha insinuado que es probable que se quede al graderío. De hecho, tampoco ha querido descartar la posibilidad que se lo acabe despidiendo de forma unilateral, cosa que supondría pagarle el sueldo que le queda para cobrar, pero dejaría de estar al equipo.