Robert Lewandowski, delantero polaco del Fútbol Club Barcelona, ha recibido este miércoles en la Antigua Fábrica de Estrella Damm de la Ciudad Condal la Bota de Oro que le acredita como máximo goleador de las ligas europeas. La temporada pasada, Lewandowski marcó hasta treinta y cinco goles con el Bayern de Múnich, con los cuales superó con muchísima diferencia a sus perseguidores. En segundo lugar, es decir, Bota de Plata, ha quedado Kylian Mbappé, delantero francés de París Saint-Germain (PSG), con veintiocho goles. En la tercera posición hay un empate entre el también francés Karim Benzema, del Real Madrid, y el italiano Ciro Immobile, de la Lazio.
Lewandowski recibe la Bota de Oro después de haber sido expulsado en el Sadar
La entrega de la Bota de Oro de Lewandowski, sin embargo, ha quedado relegada a un segundo término. El delantero polaco ha sido uno de los grandes protagonistas de las últimas horas de la actualidad azulgrana a causa de su expulsión en el estadio del Sadar en el partido contra el Osasuna. Lewandowski vio una doble tarjeta amarilla estúpida e impropia de un jugador de su categoría. Y lo que es todavía peor, mientras se marchaba del estadio hizo un gesto que en primer lugar se interpretó como una referencia hacia el árbitro, Gil Manzano, insinuando que estaba drogado. Posteriormente, pero, la interpretación general ha ido cambiando y se habla de un gesto para decir que el colegiado era un prepotente.
El gesto de Lewandowski no iba dirigido al árbitro, era para Xavi
En la gala de la Bota de Oro, Lewandowski no ha rehuido este tema y ha dado su versión. Su relato no podría ser más sorprendente, puesto que el delantero polaco ha asegurado que su gesto no iba dirigido hacia el árbitro, sino hacia su entrenador, Xavi Hernández. Se ha explicado de la siguiente manera: «Habíamos hablado que había que tener cuidado si veía una tarjeta y mi gesto era para decirle que habíamos hablado y justamente había pasado. Mi gesto no era para el árbitro, era para Xavi. No entiendo que me tenga que caer una sanción de tres o cuatro partidos si mi gesto no iba dirigido al árbitro».