Jack el destripador era un asesino en serie al que le atribuyen cinco grandes homicidios del siglo XIX. Lo hizo en el municipio londinense de Tower Hamlets. Actuaba de noche, en un sitio de malas ratas. Pese a ser tan conocido, nació y murió en el anonimato. Ningún policía le pilló nunca. Nadie conoce su cara, pero su nombre todavía resuena por la city. ¿Quién sabe si el asesino se reencarnó en el cuerpo de otro asesino nacido hace treinta y cuatro años en Francia?
Porque hoy, quince kilómetros al este, en el estadio de Stamford Bridge, el asesino francés, también de noche, ha vuelto a cargarse a una víctima. Hoy, Karim el destripador ha clavado tres cuchilladas nuevamente a un gran equipo del panorama europeo. Karim Benzema ha vuelto a marcar un hat-trick, al puro estilo Benzema, contra el Chelsea, vigente campeón continental, y su Real Madrid ya pisa las semifinales de la Champions (1-3).
La buena decisión de Carlo Ancelotti en el inicio
El partido, sin embargo, ha empezado ganando el entrenador del asesino. Carlo Ancelotti, con la lección del Barça aprendida, ha planteado un señor partido. Ante la habitual incógnita en el extremo derecho (ni Eden Hazard ni Marco Asensio están a la altura de lo que reclama la posición), ha alineado sabiamente a Fede Valverde. El uruguayo le dio la razón. Se ha vaciado en la presión, y ha ayudado a lo grande en la salida del balón. Puñal gaucho.
Y es que el Chelsea ha salido a morder. Ésta es la tónica usual de los blues, y por tanto no ha pillado desprevenida la parroquia blanca. Ni en Toni Kroos ni en Luka Modrić. Los dos centrocampistas demostraron su valía en la salida del balón, ayudados por un David Alaba imperial. Y la presión local fue en vano. No ha inquietado a un Madrid tranquilo, que ha avisado a través de Vinicius. El brasileño ha perdonado el primero, con un lanzamiento al larguero.
Karim Benzema no perdona
Los blancos no tenían ningún problema esperando a unos londinenses que no dolían en estático. Superar a las líneas azules estaba siendo un juego de niños. Y en uno de esos juegos, Vinicius y Benzema, cada vez más hermanados, han dibujado, a los veinte minutos de partido, una buena pared que el francés ha mejorado. ¡Qué golazo! Tras un centro en el espacio del brasileño, Karim el destripador ha destrozado el balón, de cabeza, con una potencia endiablada. Nada pudo hacer el portero Mendy. El 1-0 ha reforzado aún más el plan de Ancelotti.
Antes de que los locales pudieran digerir nada, prácticamente sin tiempo para reaccionar, Karim el destripador ha asestado la segunda cuchillada. Gracias a un centro milimétrico de Modrić, el francés ha colocado, de nuevo con la cabeza, el balón lo más lejos posible de Mendy, buscando el traidor contrapié. ¡Dos goles en cuatro minutos! ¡Qué locura! Después de su exhibición contra el PSG, Benzema lo estaba volviendo a hacer.
Mientras tanto, el Chelsea se desangraba aún más en ataque. Estático les costaba mucho. La defensa del Madrid estaba cada vez más cómoda. Sin embargo, el lateral derecho Reece-James la descolocaba con una finta y, tras un centro precioso de Jorginho, Kai Havertz ganó la espalda a Dani Carvajal y acortó distancias justo antes del descanso . El 1-2 era el mal menor.
Benzema profundiza la herida
En la reanudación, y después del intento de reacción de Thomas Tuchel en forma de dos cambios, señoras y señores… ¡Karim el destripador ha vuelto a pinchar!< /strong> Como contra Sven Ulreich del Bayern, como contra Loris Karius del Liverpool o como contra Gianluigi Donnarumma del PSG. Lo ha hecho aprovechando una pifia forzada. Mendy se ha relajado excesivamente y ha cedido una granizada a Antonio Rüdiger. Allí rondaba, por supuesto, Benzema. Olía sangre y, efectivamente, la había. El francés ha robado el balón al defensa, marcó el hat-trick y profundizó la herida. Surrealista. Cuando ocurre una vez se puede hablar de suerte. Cuando pasa cuatro veces, se puede hablar de un jugador merecedor del Balón de Oro.
Reacción blue fallida
Como buen equipo británico, el Chelsea no se ha rendido. No les quedaba otra. Sabían que la vuelta está en el Santiago Bernabéu, apisonadora por excelencia. Por tanto, sabían que debían remediar la kilométrica distancia en el marcador. Pero ese Madrid está tocado por los dioses. Y por el mejor portero del momento. Un disparo maravilloso de César Azpilicueta, teledirigido a la escuadra, le ha rechazado también de forma surrealista Thibaut Courtois. Ha hecho el paro del campeonato el belga, silbado en su regreso al Bridge.
Tuchel ha intentado volver a hacer reaccionar a los suyos con la entrada de una bestia incomprensiblemente suplente de la partida. Con la entrada de Romelu Lukaku, el Chelsea se ha vuelto más vertical. El cansancio madrileño también ha hecho higo, así como el hecho de que Éder Militão tuviera que abandonar el encuentro por lesión. Este Chelsea no es ese equipo que maravilló al continente el curso pasado. Es un conjunto triste, quien sabe si por las circunstancias extradeportivas que le acompañan. Y ese Madrid es un equipo revivido. Les da igual recibir cuatro goles en casa por parte del eterno rival. Semanas más tarde, y con dos ocasiones y media, su destripador lleva tres goles. La vuelta al Bernabéu tiene cara de trámite, y este Madrid tiene cara de candidato a ganar la decimocuarta.
