La guerra civil de la selección de fútbol femenino de España se ha intensificado. Después de que quince jugadoras se rebelaran contra el entrenador, Jorge Vilda, con un comunicado público incluido, y que éste les lanzara un dardo en rueda de prensa, ahora el conflicto se ha trasladado a una nueva parcela. Según informó el diario Marca, las quince protagonistas se reunieron con las jugadoras que las sustituyeron para pedirles apoyo y unas acciones muy cuestionables en el apartado ético.
En primer lugar, el que habría propiciado que las quince jugadoras organicen esta reunión es el miedo a perderse el Mundial de 2023. En los dos partidos amistosos que las de Vilda han jugado, muy exigentes, puesto que han estado contra Suecia y Estados Unidos, las nuevas han dado la cara y han contribuido a una doble victoria, de prestigio.
A pesar de la ausencia de las quince futbolistas en cuestión (Andrea Pereira, Ainhoa Vicente Moraza, Aitana Bonmatí, Amaiur Sarriegi, Sandra Paños, Lola Gallardo, Laia Aleixandri, Mapi León, Leila Ouahabi, Ona Batlle, Patri Guijarro, Lucía García , Mariona Caldentey, Claudia Pina y Nerea Eizagirre), ha quedado claro que sigue habiendo un buen equipo. Los resultados han reforzado la figura de Vilda y, teniendo en cuenta que las jugadoras rebeladas se han negado a volver hasta que el técnico no se vaya, ahora verían peligrar la su participación en la cita en Oceanía en el verano de 2023.

Las graves presiones en la reunión
Por tanto, han pedido apoyo a las jugadoras debutantes de una manera, como se ha dicho, cuestionable. Por un lado, y siempre según las informaciones de Marca, las jugadoras en cuestión han exigido el apoyo, argumentando que «¿cómo no iremos las quince mejores jugadoras de la selección en el Mundial?».
Además, la asociación FUTPRO, destinada al fútbol femenino y de la que forman parte algunas de las jugadoras rebeladas, ha ido más allá. Siempre según la fuente citada, la presidenta de FUTPRO, Amanda Gutiérrez, ha pedido a las jugadoras sustitutas que también se declaren en rebeldía para que así puedan devolver las pesas pesadas, alentando a las primeras en «ver al psicólogo de su club, y después hacer el paripé».




