Ver partidos de este Fútbol Club Barcelona comienza a parecerse a montarse en una montaña rusa. Es un cúmulo de sensaciones. Existe una buena dosis de adrenalina, pero también de calma y control. Son muchos sentimientos, distintos, pero que comienzan a tener el denominador común de la alegría. ¡Qué Barça! Es un Barça distinto a los anteriores. Por primera vez en un lustro, un entrenador está consiguiendo jugar a la posesión con criterio. Pero no sólo se queda aquí el gran trabajo de Xavi Hernández.
Xavi ha logrado algo que hasta hace unos días parecía imposible. Xavi ha logrado que, nada menos, Ousmane Dembélé se comprometa. Ya contra el Nápoles el francés practicó un fútbol muy serio y desequilibrante. No desentonó. Casi por primera vez fue un jugador no sólo regateador, sino también fiable. Pensó las diabluras que hizo. Las hizo con sentido. El Barça no ganó ese partido gracias a Dembélé porque Ferran Torres así no lo quiso.
Hoy, el técnico egarense ha premiado aquello. Y le ha vuelto a salir bien. Es muy meritorio. ¡Mucho! Xavi es el artífice que Dembélé haya enlazado dos partidos mayúsculos. Hoy Dembélé ha enterrado al adolescente y se ha hecho hombre. Por un lado, ha sido uno de los mejores jugadores azulgranas de la primera parte. Ha participado en los goles, estando donde tenía que estar para que éstos subieran al marcador. Seva fue la asistencia a Frenkie de Jong para marcar el segundo gol. Además, Dembélé siempre ha desesperado a la defensa valencianista. Se ha vuelto a anteponer a Ferran esta vez no impreciso, pero sí tímido.
Pero el festival del mosquito no se ha quedado ahí. Hoy Mestalla ha presenciado un Dembélé uruguayo. Un jugador que celebró todos los goles como si fueran suyos y que a menudo protestó decisiones arbitrales. No es que haya sido uno más. Fue un hombre. Y el Barça, en las delicadas circunstancias en las que se encuentra ahora en términos de clasificación y resultados, necesita hombres.
Dembélé llegó a Can Barça en el verano del 2017, con Ernesto Valverde en el banquillo. Desde entonces, si bien en algunas ocasiones ha mostrado su calidad, lo ha hecho con cuentagotas y ha decepcionado excesivamente. Ya sea por lesiones o por falta de actitud o de ganas. Nunca ha sido un jugador de club. Siempre ha ido a lo suyo. Con el citado Valverde, con Quique Setién y con Ronald Koeman. Pero no con Xavi Hernández.
La leyenda azulgrana tiene muchísimo mérito aquí. Este posible resurgimiento (dos buenos partidos seguidos todavía no son suficientes) no se ha dado por casualidad. Se ha dado gracias a la mano derecha de Xavi. Por un lado, él ha luchado contra toda una directiva para que ésta acceda a hacer jugar al francés. Xavi, un hombre de fútbol, aparcó el orgullo de la venganza y priorizó los posibles servicios que aún podía prestar su todavía joven soldado. Sí, a día de hoy es suyo y nadie más. Y no sólo eso.
También el francés está rindiendo mejor que nunca y está más comprometido que nunca. No es casualidad que esto ocurra después de las continuas muestras de amor y confianza públicas de Xavi, y la más que segura réplica a nivel privado. Cuando confían en ti y te cuidan, es normal que des la mejor versión de ti. Xavi lo sabe y está empezando a recoger los frutos de su inteligencia. ¡Mención especial también a la incorporación del amigo del francés Pierre-Emerick Aubameyang! Las cosas se hacen con sensatez y por eso el Barça de Xavi es más Barça que nunca en el último lustro.
