El Camp Nou ha vivido en la noche del miércoles un premio. Un premio al sufrimiento que ha pasado en los últimos años. Un premio al barcelonismo de una afición que, pese a varios resultados nefastos, ha seguido soportando al equipo. Corren tiempos nuevos en el Fútbol Club Barcelona. El magnífico lavado de cara de este verano, culminado con siete fichajes, ha sido protagonizado por la incorporación de Robert Lewandowski. El polaco tiene mucha calidad y liderazgo. Ha empezado el curso de manera fulgurante sin embargo, contra Viktoria Pilsen, se ha reafirmado. Ha hecho un auténtico recital, completado con, entre otras cosas, tres goles y, por tanto, su primer hat-trick como futbolista culé.
El equipo de Xavi Hernández necesitaba sí o sí ganar hoy. No convencer, ya que esto ya lo venía haciendo, pero sí conseguir los tres puntos. Era un encuentro contra la cenicienta del grupo, con los partidos contra el Inter de Milán y, especialmente, contra el Bayern de Múnich como amenazas en el horizonte. Pero todo esto no quita que el partido fuera complicado, contra un equipo cerrado y con buenas armas.
En este sentido, Lewandowski, como en todos los anteriores partidos con la camiseta azulgrana, ha sido excelente. Después de que Franck Kessié inaugurara el marcador, el ex jugador del Bayern ha instaurado la comodidad con una sublime definición. Pase a la red, a asistencia de Sergi Roberto. Después, ha vuelto a marcar después de que Ousmane Dembélé haz arte con una parábola magnífica.
En la segunda mitad, Lewandowski ha cerrado su cuenta personal con su anotación más bonita de la noche. Dejada de Ferran Torres, y nuevo pase a la red. Esta vez, desde más lejos y por tanto con más mérito. Tercer gol de la noche, y 89 en la competición, que sirve para poner tres de distancia con su perseguidor en la clasificación de máximos anotadores del torneo, Karim Benzema (86). El polaco sólo tiene por delante a los dos extraterrestres: Cristiano Ronaldo (140) y Leo Messi (125).
El hat-trick, sólo una parte del brutal partido de Lewandowski
La anotación de tres goles en un primer partido de Champions League es ya imponente. Sin embargo, no se puede, en modo alguno, reducir la actuación de este director de orquesta a esto. Su partido ha sido de tienda de golosinas. Ha marcado los goles, pero también ha deslumbrado. Lo ha hecho con sus clásicas desmarcadas y acciones de liderazgo, pero también con obras de arte. En el primer tiempo, ha cedido un balón estratosférico a Pedri González que los checos han impedido que acabe en gol in extremis. Pase de espuela al canario con mucha fuerza y precisión, demostrando que tiene ojos en la nuca.
Pero además, en la segunda mitad ha dejado dos pases calcados que enamoran. La primera fue la más precisa. Ha detenido el tiempo, y ha puesto un globo a Jordi Alba que el catalán no ha sabido aprovechar. Después repitió con Frenkie de Jong como remitente, si bien la defensa checa fue atenta. Después de todo esto, y en un ejercicio de ambición, el polaco ha continuado buscando dañar a los visitantes. Tuvo la ocasión para marcar el cuarto, pero los defensas rivales le cerraron bien las vías.
Goles, asistencias, liderazgo, humildad, ambición y arte. Así, se resume el primer partido europeo del tercer máximo anotador histórico de esta competición con el equipo de Xavi Hernández. El rival era el más asequible del grupo, pero todo lo comentado fue mucho más mérito del jugador que demérito de los rivales. Ha aparecido en todas partes, y con un fútbol exquisito ha dejado claro a su nueva afición que hay un nuevo ídolo en el Camp Nou, como ocurrió en los tiempos de Diego Armando Maradona, Ronaldinho Gaucho o Leo Messi. Próxima parada europea: visita al Bayern de Munich, en el Allianz Arena, con ganas de reivindicarse ante viejos conocidos.