El partido del Fútbol Club Barcelona contra el Girona no fue bueno. Los azulgranas consiguieron una nueva victoria que los hace todavía más líderes, pero se mostraron muy espesos en ataque y la toma de decisiones no fue la correcta. Una nueva portería a cero permitió que el solitario gol de Pedri se tradujera en el triunfo azulgrana. Uno de los grandes señalados del ataque culé es, sin ningún tipo de duda, Raphinha. El delantero brasileño costó 58 millones de euros al Barça y, de momento, no ha demostrado las cualidades suficientes. El ex del Leeds no se acaba de sentir cómodo en ninguno de los dos lados y no acontece decisivo en el área contraria. Hará falta que se ponga las pilas, ahora más que nunca, con la lesión de Ousmane Dembélé.
Raphinha no tiene el rendimiento deseado
Raphinha aterrizó en Barcelona pocos días después de la renovación de Dembélé y hay que admitir que fue un movimiento difícil de entender. Parecía que los extremos estaban bien cubiertos, pero es evidente que se trataba de una incorporación de nivel, viendo el rendimiento que había tenido con el Leeds en la Premier League. Empezó disfrutando de bastantes minutos, pero, poco a poco, su presencia se ha ido diluyendo. Sus actuaciones no han convencido, a pesar de que los números no son del todo malos: ha jugado 27 partidos entre Liga Santander, Copa, Supercopa y UEFA Champions League y ha marcado cuatro goles y ha repartido siete asistencias. Contra el Girona, se vio su peor versión: un Raphinha errático, desacertado en el pase y sin clarividencia en ataque. Eso sí, no se le puede negar su actitud defensiva, que siempre es impecable.
La lesión de Dembélé es una oportunidad para él
La lesión de Dembélé le da una oportunidad de oro a Raphinha. El brasileño podrá, si Xavi lo considera, jugar en su banda preferida, la derecha. Con la ausencia del francés, el ex del Leeds tendrá que dar un paso adelante y asumir la responsabilidad de convertirse en el socio de Robert Lewandowski, que vuelve de la sanción. Veremos qué papel le da Xavi y si opta por darle un lugar en el once o, por lo contrario, juega con cuatro centrocampistas y se olvida de uno de los dos extremos puros.