Hace gracia cuando el fútbol habla de adulterar la competición como el mayor de los pecados imaginables. Este fue el argumento empleado hace unos días para negarle al Barça y al Osasuna la posibilidad de jugar su partido pendiente en la única fecha libre en el calendario, entre la penúltima y la última jornada de Liga. La decisión unilateral del juez de competición de la Federación Española (RFEF), con la complicidad de LaLiga, fue obligar a jugar el partido el jueves pasado, contra el deseo de los dos clubes, en una fecha inhábil para las competiciones de club por estar incluida en el paréntesis FIFA de las selecciones, y lo que es más grave, privando a los clubes de utilizar algunos de sus jugadores internacionales, cosa que sí han podido hacer los dieciocho clubes restantes de la Liga. Eso también es adulterar la competición.
Había alternativas, porque el Barça no es seguro que se clasifique este miércoles para la final de Copa (una fecha más disponible), ni para las semifinales de la Champions (dos fechas más), pero se impuso la prisa o el interés de la RFEF y LaLiga por jugar el jueves pasado y el resultado más visible es la lesión muscular de Dani Olmo. Lo que sabemos es que el jugador blaugrana es sensible al estrés de partidos o a la falta de descanso y que su lesión privará a Flick de su mediapunta estrella; lo que no sabemos, pero podemos sospechar es que sin el partido encajado con calzador, Olmo estaría en disposición de reforzar al equipo en los próximos cinco o seis partidos en los cuales el Barça se juega la Copa, la Champions y la Liga. Eso también es adulterar la competición.
No es el único resultado. Gracias al partido de Osasuna y contando el de Girona del domingo y los del Atlético (Copa), Betis, Dortmund (Champions), Leganés y Dortmund (Champions), el Barça tiene que superar una gimcana de siete partidos en 19 días. Si las matemáticas no fallan, entre partido y partido no caben las 72 horas de descanso que algunos exigen con la chapa de sheriff y el revólver a punto, y yendo paso a paso se constata que entre Osasuna y Girona no están, entre Atlético y Betis no estarán, y tampoco entre Dortmund y Leganés, y entre Leganés y Dortmund. Así también se adultera la competición.
Y no solo así. El sábado por la noche, en el Bernabéu, el árbitro ayudó tres veces al Real Madrid a sumar los tres puntos frente al Leganés, primero con un penalti inexistente (1-0), luego con una falta irreal (3-2) y, como si no fuera suficiente, también con un penalti de Asencio no señalado en el tramo final del partido. El VAR no estaba. En cambio, horas después en el Lluís Companys, el VAR hacía exhibición de facultades por encima de sus atribuciones, corrigiendo no un penal, un gol o una acción disciplinaria, sino una simple falta, que era a favor del Barça y terminó siendo a favor del Girona.
Adulterar la competición es nuestro pan de cada día. Afortunadamente para la competición que tanto aman, el Barça de Flick está muy enfocado en lo que puede controlar y ha suplido la baja de Olmo, las ausencias de Raphinha o Araujo y los descansos de De Jong, Cubarsi, Balde y Lewandowski sin que esto afecte enormemente su rendimiento, es decir marcando siete goles más (3-0 a Osasuna y 4-1 a Girona), que le han permitido sumar 6 de 6 puntos y consolidar el liderazgo en la liga.