La nueva Champions League nació con algunos defectos. El primero, y más obvio, es que añade dos o incluso cuatro partidos más a un calendario perjudicial para los futbolistas y para el espectáculo. El segundo, y más dudoso, es que pasa de 32 a 36 participantes, aumentando el riesgo de bajar el nivel de competición y subir el de partidos de relleno. Y el tercero, y más escabroso, es el plan de la UEFA para mantener el control monopolístico sobre la competición internacional de clubes por excelencia ante la persistente amenaza de la Superliga europea. Dos meses y medio después, hay que admitir que la cruz también tiene una cara, ya que los cambios han mejorado la tensión competitiva, el interés y el espectáculo, que no es poca cosa.

Solo hace falta echar un vistazo a la clasificación de 36 para comprobar que después de cinco jornadas, nada es lo que parecía; ninguno de los cuatro favoritos (Madrid, Manchester City, Bayern de Múnich y PSG) está entre los ocho primeros, en zona de acceso directo a los octavos de final; los que mandan son los outsiders (Liverpool, Inter, Barça, Arsenal o Borussia Dortmund) y detrás impresionan una serie de invitados sorpresa (Atalanta, Mónaco, Bayer Leverkusen, Aston Villa, Sporting, Brest o Lille), que pasan por delante de los ilustres campeones de las últimas ediciones, como el Bayern de Kompany (13º), el City de Guardiola (17º), el Madrid de Ancelotti (24º) o el PSG de Luis Enrique, que es 25º en zona de eliminación. A falta de tres partidos, la semana promete emociones fuertes con un Madrid que se la juega en Bérgamo (Atalanta), un City que no lo tendrá fácil en Turín (Juve), un PSG en la UCI en Salzburgo y tres duelos de altura en Dortmund (Borussia-Barça), Leverkusen (Bayer-Inter) y Londres (Arsenal-Mónaco).

El nuevo formato ha sumado alicientes. La clasificación única es uno, porque multiplica el número de implicados y de posibles desenlaces hasta una última jornada de infarto el 29 de enero con 18 partidos simultáneos, a diferencia de los antiguos grupos con 4 equipos y mucha menos incertidumbre. La fórmula de desempate, primando los goles marcados y las victorias sumadas, estimula el juego ofensivo y penaliza la especulación. Y el enfrentamiento con 8 equipos diferentes y al menos 2 de primer nivel también es más interesante y atractivo que los compartimentos estancos con rivales repetidos. La fórmula liga premia el alto nivel y la regularidad de los equipos, reduce el impacto negativo de los accidentes y lo que está por ver es si premia lo suficiente a los 8 primeros (clasificados directos) respecto a los 16 siguientes, que tendrán que pasar por un play-off extra en febrero para continuar adelante.



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