«Lo más normal era esperar». Esta frase de la rueda de prensa de Joan Laporta para explicar el caso Olmo pasó quizás desapercibida, sobre todo teniendo en cuenta que dejó perlas que quedarán en la memoria colectiva del barcelonismo, como «la butifarra, con judías, y las mentiras, a comérselas con patatas» o el nuevo «que aprendan» a la oposición. Sin embargo, en una era donde las cosas van más rápido que nunca en la historia, poner un punto de pausa puede ser un ejercicio incluso revolucionario. Y es que en el caso Olmo ha sorprendido por encima de muchas cosas la velocidad con la cual muchas personas, grupos opositores, medios de comunicación o entidades han pedido la cabeza del presidente Laporta cuando, como él mismo ha dicho «lo más normal era esperar».

¿Esperar a qué? Pues esperar a la resolución del caso, tan sencillo como eso, y al mismo tiempo tan difícil para muchos, como han demostrado. Si Dani Olmo y Pau Víctor hubieran tenido que hacer las maletas, las cosas serían muy diferentes. Haber dejado escapar a dos jugadores fichados el pasado verano, uno de los cuales costó sesenta millones de euros, y tener que pagar su salario de manera íntegra, habría dejado al club en una auténtica crisis económica, deportiva e institucional que, con casi total probabilidad, habría costado el cargo a Laporta y a toda su junta directiva. El problema, sin embargo, es que los opositores han exigido su dimisión, han hecho un intento fallido de voto de censura y han pedido su inhabilitación antes de que hubiera una resolución del caso que forzara la marcha de Olmo y Víctor del club, como si lo estuvieran deseando.

Querer correr demasiado para acabar con Laporta, un Cat con más de siete vidas (como la nueva mascota del Barça), suele ser un error y esta vez no ha sido una excepción. Su entorno se esforzaba en pedir paciencia durante las pasadas semanas, asegurando que la situación estaba más controlada de lo que parecía -y así lo hemos reflejado algunos medios de comunicación- y el tiempo ha dado la razón al club. Porque Laporta, una vez más, tenía razón. El club entregó los documentos necesarios para que LaLiga permitiera el retorno a la regla 1:1 del fair play financiero y, aunque las exigencias del ente presidido por Javier Tebas impidieran que la documentación entrara a tiempo para inscribir a Olmo y Víctor, el Consejo Superior de Deportes (CSD) ha intervenido con una medida cautelarísima, algo totalmente inusual y que solo se otorga en casos donde hay riesgo de perjudicar de manera grave, y los jugadores han acabado inscritos y ya pueden jugar con normalidad.

Aquellos que se han precipitado han errado. Los opositores han perdido muchísima fuerza de cara a las elecciones de 2026, algunos medios de comunicación han quedado totalmente desacreditados y a LaLiga y a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se les ha visto el plumero. Hay quien dice que ha sido muy crítico con Laporta porque ha querido fiscalizarlo, pero, ay, hacerlo solo con una de las partes es una trampa capciosa y manipuladora. Porque sí, haber aceptado dinero de países como Qatar o Emiratos Árabes Unidos para entrar en la regla 1:1 es más que cuestionable, sobre todo cuando el club se esfuerza en defender los derechos humanos, así como celebrar las inscripciones con unas butifarras al aire que a algunos gustarán y otros encontrarán vulgares, de manera totalmente comprensible. Pero se pueden criticar aspectos de Laporta y aspectos de la oposición, sin tener que casarse con una de las dos opciones y eso parece que mucha gente no puede entenderlo. Y clama especialmente al cielo que muchos, desde Barcelona, no hayan sido críticos con LaLiga y la RFEF, teniendo en cuenta los precedentes.

Hay que entender, pues, por qué ha habido tanta gente que ha tenido tanta prisa en querer acabar con Laporta y su junta directiva. Laporta es una figura molesta para muchos, tanto en Madrid, por haber sido uno de los catalanes que más se ha negado a bailar a su ritmo, como en Barcelona, algo que ha quedado más que demostrado en esta ocasión. Así, se ha establecido un relato generalizado contrario al presidente del Barça, que también puede haber arrastrado a muchas personas que no han tenido la capacidad de mirarlo de manera crítica. A la hora de la verdad, sin embargo, Olmo y Víctor continúan siendo jugadores de pleno derecho del club, aunque parece que esto molesta incluso a algunos culés, y todo intento de sacar a Laporta del Barça por este caso se ha demostrado precipitado, injusto, oportunista y, finalmente, injustificado y equivocado.



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