Marc-André ter Stegen fue una apuesta acertada de Andoni Zubizarreta, director deportivo del Barça antes de que el presidente Bartomeu lo destituyera a él y al cargo. El alemán tenía entonces 22 años, había venido para quedarse y al día de hoy ha jugado 422 partidos, ha ganado 6 Ligas, 6 Copas, una Champions, una Supercopa de Europa y un Mundial de clubes. Han pasado once años, ahora tiene 33, y se encuentra en el tramo final de su carrera con la motivación de jugar finalmente el Mundial con la selección alemana, pero con dudas sobre su rendimiento después de una lesión prolongada la temporada pasada y ahora con una nueva lesión en la espalda. El Barça, en cambio, es un avión a punto de despegar, late al ritmo frenético de un equipo joven que respira hambre, ilusión, grupo y ganas de crecer y el proyecto del club solo contempla mejorarlo para seguir subiendo peldaños.

Uno de los enfoques donde más claramente puede crecer es el plan b en ataque y el otro es la portería. El Barça de Flick necesita una portería más estable y más fiable de lo que ha tenido este último año; capaz de ganar partidos y eliminatorias. Y si algo demuestra la nueva lesión de Ter Stegen, que aún no le ha permitido entrenar con el equipo y amenaza con el quirófano o una ausencia prolongada, es que el Barça ha hecho lo que tenía que hacer fichando a Joan Garcia. No solo porque es lícito pensar en el relevo de Ter Stegen por una cuestión generacional, sino porque en la portería del Barça ha faltado rendimiento y seguridad y ha sobrado incertidumbre, y el club estaba obligado a intentar que esta situación no se repitiera.

Algunos piensan que el Barça podría haber sido más delicado con el capitán del equipo, avisarlo con tiempo de que no cuenta. Otros piensan que Ter Stegen podría haber aportado más al grupo y a sus compañeros de portería en lugar de ir a lo suyo al final de la temporada pasada. Lo que parece una evidencia es que los caminos del veterano portero alemán y del emergente Barça de Flick tienden inexorablemente a separarse. Puede ser más o menos fácil de aceptar en términos deportivos y personales y de resolver en términos contractuales, pero la situación deportiva es clara y el momento de uno y otro también. El Barça no le ha faltado al respeto, ni le ha hecho mobbing; solo ha creado un escenario nuevo sumando al proyecto al mejor portero de la liga. Y, por el motivo que sea, nadie ve a Marc-André aceptando la competencia o la suplencia sin poner en riesgo la armonía del grupo.



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