Es cierto que solo tres victorias en los últimos siete partidos es un dato que no hace ninguna gracia. El Fútbol Club Barcelona de Hansi Flick no pasa por el mejor momento, es evidente, y también es comprensible que haya a quien le entren los nervios. Después del empate contra el Bruges, algunos eruditos ya han comenzado a pedir que el técnico alemán cambie de sistema y que juegue de manera más defensiva. Tanto es así, que el mismo Flick ha tenido que alertar en rueda de prensa que no piensa cambiar, que el ADN Barça, así como su ADN, es lo que es y que la temporada pasada quedó claro que funcionaba. Por eso, hay que subrayar que el entrenador blaugrana haya sido tan contundente y haya dicho que «somos el Barça y jugaremos con intensidad, este es nuestro estilo».

Y es que no hay nada más cruyffista -y guardiolista– que insistir una y otra vez en una idea de la cual estás convencido y hacerlo en los momentos en que más críticas se reciben es lo que tiene más valor que nunca. Porque Flick sabe que su estilo funciona y porque cambiarlo sería rendirse y perder toda la esencia que la temporada pasada llevó al Barça a tocar casi el cielo. Y Flick es aún más cruyffista y guardiolista cuando el fútbol que propone es tan alegre y ofensivo, pero también milimétrico. De la misma manera que Cruyff decía que la mejor manera de defender es tener el balón, Flick, que lo sigue en este sentido, también ha insistido en rueda de prensa que, una vez se pierde, lo más importante es dejarse la piel para recuperarlo.

La temporada pasada también hubo un momento de la temporada -después del shit november y de un diciembre también desastroso en cuanto a los resultados- en que a Flick le salieron críticos y enemigos de debajo de las piedras. Los mismos que habían observado maravillados los espectáculos del Barça contra equipos como el Bayern de Múnich o el Real Madrid, no dudaron en pedir su cabeza cuando el balón no acompañó. También fueron los mismos, sin embargo, que callaron cuando las cosas volvieron a funcionar y el equipo se quedó a las puertas de un nuevo triplete.

Y es que cuantas más críticas a Flick aparezcan, más se le debe defender, porque su idea funciona. Lo vimos el curso pasado, pero también en este inicio de temporada. Se pueden poner muchas excusas, como las lesiones, que están dejando al Barça completamente mermado, pero, sea como sea, la clave siempre la tendrá el entrenador, que es quien logró que la misma plantilla que con Xavi Hernández sufría para clasificarse para la Champions estuviera a punto de ganarla. Por tanto, cuanto más pidan su cabeza, más paciencia se debe tener. Calma, culés, que Flick ha asegurado que tiene el problema diagnosticado -la presión- y las cosas cambiarán. Ya hablaremos al final de temporada.



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