La visceralidad del fan que todos llevamos dentro apunta a una furiosa estupefacción en el caso Araujo, en un deporte con memoria selectiva. Hace apenas mes y medio, el defensa había escuchado resonar el Estadi Lluís Companys con los gritos uruguayo, uruguayo, después de sentenciar el derbi contra el Girona al límite del silbato. Era un equipo bastante irreconocible, incapaz de iluminar la alargada sombra de Iñigo Martínez, en unos espacios de repente agrandados por la ausencia del vasco, experto en minimizar riesgos.

Desde fuera, parece incomprensible que a un profesional de élite puedan afectarle tanto las consecuencias de un error. Tan inadmisibles como las dos decisiones tomadas en Stamford Bridge -la protesta y la entrada inoportuna a Cucurella-, que se suman a la expulsión contra el PSG que encarrilaría la eliminación europea en 2024, o la pasividad mostrada en el tercer gol del Inter en las semifinales del curso anterior. Demasiadas piedras en una mochila llenada a base de errores propios, un bagaje quizá imperdonable si no proviniera de la Masia.

Solo él sabe qué le ronda por la cabeza, pero el simple hecho de haber reconocido que mentalmente no se encuentra al nivel óptimo para jugar, le honra. Por la franqueza, la valentía y la excepcionalidad, tres cualidades que, en el lado diametralmente opuesto de la balanza, exhibió con audacia Raphinha el pasado enero, respecto a la bajada competitiva y la conveniencia de que Olmo eligiera al Barça. En medio del caos de las inscripciones y los rumores de moción de censura. Entonces, la chispa influyó en el equipo, explosivo en la Supercopa, y que incendiaría al Madrid en la Liga y la Copa.

Iniesta, Bojan, Ricky Rubio… los precedentes son bastante relevantes para abordar el panorama del primer capitán azulgrana con la máxima prudencia y lucidez. Según una encuesta de FIFPro, entidad que representa mundialmente a los futbolistas, un 23% de los jugadores sufre trastornos del sueño, un 9% tiene depresión y un 7%, ansiedad, unas cifras que aumentan ligeramente una vez retirados.

Si algunos dieron un paso de gigante saliendo del armario -huella incompleta por minoritaria-, ahora otros se atreven a incorporarse del diván y desafían el cóctel de soledad, estrés y exigencia propia de los superhombres, a los que los espectadores hemos sublimado erróneamente. Si se ha hecho piña para erradicar el racismo en los campos, es necesario invertir esfuerzos similares en hacer visible los problemas de salud mental, sin tabúes.

Antes de poder pensar en corregir situaciones tácticas, y de someterse a las órdenes y enmiendas de Flick, Araujo debe recuperar la confianza en sí mismo, para construir una montaña sólida a partir de valiosos granos de arena. En busca del beneficio colectivo, pero siempre desde la realización personal. Al margen de titulares sensacionalistas, juicios superficiales, rumores capciosos en redes, o la acusación de haberse fabricado una excusa. Se merece el tiempo que necesite.



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