En esta pausa de Navidad, quien más motivos tiene para brindar es el Atlético de Simeone por la oda al cholismo que recitó en el Lluís Companys, obra maestra del resultadismo, que le ha permitido poner en el árbol de los regalos un lote de doce victorias consecutivas, el liderazgo de la Liga y su enésima candidatura a pintarle la cara a los de siempre. El Real Madrid no puede ser tan feliz ocupando el 20º lugar en la clasificación de la Champions, con una pelota de playa para Vinicius Jr, con un Mbappé inadaptado y un centro del campo plano, pero es el único equipo del mundo que puede ponerle dos títulos (Supercopa de Europa e Intercontinental). Y, como dicen allí, goles son amores. Y el Barça, más o menos igual. Después de sumar 5 de los últimos 21 puntos, de tirar una ventaja de 10 puntos sobre el Atlético y de 9 sobre el Real y de perder el liderazgo, solo puede envolver un inicio de Liga que rozó el récord, el segundo lugar en la Champions y las exhibiciones ante el Bayern, el Dortmund o en el Bernabéu.

El baño de realidad del Barça de Flick en los últimos dos meses es casi tan estridente como las 9 derrotas en 12 partidos del City de Guardiola (22º en la Champions). Números de crisis, y de las grandes, que, sin embargo, no están poniendo al entrenador en la picota, ni a Guardiola, ni a Flick. Hace un par de meses, el técnico alemán del Barça había hecho el milagro de los panes y los peces con una plantilla muy comparable a la del año pasado. Hoy, ya ha perdido tantos partidos como el Barça de Xavi en toda la temporada y su porcentaje de derrotas (25%) supera con creces el de Xavi (15%), el de Koeman (21%)… y el de Setién (16%). Obviamente, las estadísticas no lo dicen todo, pero deberíamos convenir que los milagros, como mucho, en Lourdes, porque en el Barça lo que falta es tiempo para acabar el estadio, recuperar la economía, inscribir jugadores como churros, reforzar la plantilla y madurar el equipo. Guste más o menos, es lo que hay.

Dicho esto, el advenimiento del Madrid de Mbappé no es como nos lo habían anunciado, Lewandowski dobla los goles del pichichi francés y el tridente atacante del Barça (Lamine, Raphinha, Lewandowski) ha brillado mucho más que la galaxia de Florentino Pérez (Vinicius, Mbappé, Bellingham). Flick no está cuestionado porque tiene un plan que seduce tanto o más, con mucha juventud, mucha Masía y un fútbol eléctrico, que le ha permitido volver a competir en Europa y dominar la liga durante dos largos meses, incluso por encima de lo esperado. Los errores se pagan y en Vigo, en el Villamarín o en casa ante Las Palmas y Leganés fueron clamorosos, se han llevado diez puntos y han dejado buenas lecciones para aprender. Como el castigo, nivel tortura, del Atlético de Simeone. Y, sin embargo, el equipo blaugrana ha despertado el barcelonismo, le ha recordado sensaciones añoradas, lo ha enamorado, porque le ha demostrado que quiere, que cree y que es capaz. Lo que falta ver ahora es si después de fiestas lo volverá a hacer.



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