La serie de verano no es interesante por su argumento, sino por la sobreactuación de algunos protagonistas. Cuando parecía que Osasuna había alcanzado la cima de la antipatía retorciendo la falsa alineación indebida de Iñigo Martínez, el Athletic ha descubierto un vértice más alto desde donde está mostrando una rabieta de niño al que le quitan un capricho.
Un año después de que Nico Williams rechazara al Barça, su propio representante contactó con Deco. Por lo tanto, no se puede culpar al club azulgrana de insistencia y, de hecho, la prensa madrileña publicó que el jugador podía vestir de blanco. Curiosamente, eso no indignó ni a la afición ni a la directiva vasca, propensas a la amnesia respecto al más que posible amaño de 2007, cuando el Levante se habría dejado ganar en San Mamés para evitar el descenso de los leones. Al presidente Uriarte tampoco le ha resultado escandaloso que la Federación haya eliminado la cúpula arbitral para contentar al Madrid, siempre hambriento de nuevos privilegios y de renovada impunidad.
Abro paréntesis: estamos hablando de los mismos socios que no hace mucho recibieron al Barça con billetes por el caso Negreira. No hace falta ser experto en derecho para entender que el documento de los pagos constituye una prueba que debe ser valorada y que el período probatorio es una fase del procedimiento, no una sentencia condenatoria. En dos años nadie ha podido encontrar ningún testimonio arbitral de una supuesta adulteración deportiva, por lo que aquí también debe prevalecer la presunción de inocencia. Muy al contrario que la sanción de dos años con la que la Audiencia Nacional castigó a Gurpegi en 2006 por dopaje, situación que sí contaminó la competición.
La Diputación de Vizcaya cambió la norma de tributación del Athletic, lo que le ha ahorrado la mitad de IRPF y millones en sueldos. El periodista Jordi Blanco ha apuntado que, desde 1995, el Barça ha fichado a seis jugadores abonando la cláusula de rescisión, mientras que por esta vía el Athletic ha comprado una treintena desde 1989: Loren, Billabona, Etxeberría, Alkiza, Elustondo, Zubiaurre, Iñigo, Nagore, Larrainzar, Ziganda, Boiro, David López, Lacruz o Javi Martínez (que el Bayern se lo llevase pagando 40 millones de cláusula no provocó ningún sismo). O sea, Lezama tiene parte de verdad y parte de expolio: la cantera del Athletic incluye a toda Euskal Herria, con los otros clubes vascos como víctimas. Frente al Barça les toca el rol de pez pequeño y no están acostumbrados. Según Blanco, San Mamés Barria SL, sociedad propietaria de San Mamés -dirigió su construcción y gestión- formada por el Athletic, Kutxabank, el gobierno vasco, la Diputación de Vizcaya y el Ayuntamiento de Bilbao, sufragó los 189 millones del nuevo estadio. El Barça ha pagado más de 40 por usar Montjuïc como hogar.
Los capítulos del ridículo han ido desde el encuentro de Uriarte con Tebas para fiscalizar al Barça -incumplimiento del deber de confidencialidad, ya vulnerado en abril y que legitimaría a Laporta a inhabilitar al mandatario- hasta apelar a una normativa FIFA no aplicable en España. Sin olvidar a quienes han acusado al Barça de vandalizar el mural de Nico. La caverna mediática ha aprovechado para confundir premeditadamente el hecho de fichar con inscribir, la tesorería con el fair-play y las palancas con el refinanciamiento. La catalanidad del Barça es un delito que nunca prescribe.
El esperpento ha adquirido una magnitud tan grotesca que incluso Clemente -instigador principal de las trifulcas en los 80- ha pedido priorizar la voluntad del delantero en detrimento del fanatismo, y Pedrerol se ha quitado la bufanda de ultrasur para avisar al Athletic que si quería blindar a Nico debería haberle subido la cláusula en lugar de mantenerlo tentadoramente en el escaparate. Al final, los futbolistas acaban jugando donde quieren.
En las redes circula la teoría de que Uriarte tiene sinergias empresariales con Florentino y que, puertas adentro, hace aspavientos ante la parroquia vasca en tono electoral para no pasar a la historia como el dirigente que dejó escapar a Nico. Igual que Rodríguez Ibarra hablaba mal de Cataluña para eludir responsabilidades en Extremadura. Cuando te equivocas de enemigo, pierdes un tiempo y unas energías valiosas para enfocarte en los verdaderos problemas y obstáculos. Y no avanzas.
Como dijo el mítico y ya desaparecido Manolo Preciado a Mourinho -su Sporting asaltó el Bernabéu en 2011, en la misma liga en la que el portugués le había acusado de dejarse ganar contra el Barça-, cuando escupes hacia arriba, te acaba cayendo.

