El Girona FC ha vivido una pesadilla frente al Levante UD en un Montilivi que ha pasado del optimismo inicial al desencanto más absoluto. El partido comenzó con claras intenciones de los blanquirrojos de dominar con balón y aprovechar la inercia positiva de Vigo, pero todo se torció a la media hora cuando Axel Witsel vio la segunda tarjeta amarilla y dejó a su equipo en inferioridad. La decisión arbitral encendió el banquillo gerundense y condicionó el duelo. Los valencianos aprovecharon rápidamente la ventaja y, justo antes del descanso, Etta Eyong remató de cabeza un centro de Toljan para firmar el 0-1. El gol fue un golpe psicológico que deshizo la serenidad de los locales y dio alas a un Levante que nunca perdió el control.

Si la primera expulsión fue dolorosa, el inicio del segundo tiempo resultó letal para el Girona. Al poco de comenzar, Vitor Reis llegó tarde en una disputa y fue expulsado con roja directa tras una entrada sobre Carlos Álvarez. El mismo jugador granota ejecutó la falta y, con una barrera que se abrió, batió a Gazzaniga para hacer el 0-2. Montilivi empezó a vaciarse mientras la grada estallaba en gritos de “directiva dimisión”. Sin capacidad de respuesta y con dos hombres menos, los de Míchel se vieron superados en todos los aspectos del juego. El Levante, cómodo y confiado, encontró espacios para sentenciar un partido que ya parecía decidido desde el primer minuto de la reanudación.
Con nueve jugadores y en caída libre
El tramo final fue un suplicio para un Girona incapaz de detener la sangría. Iván Romero aprovechó una asistencia de Álvarez para hacer el tercero y, ya en tiempo añadido, Koyalipou redondeó la goleada con el cuarto gol. La primera victoria de la temporada de los de Calero coincidió con una nueva decepción para los gerundenses, que solo han sumado un punto de quince posibles y han encadenado sensaciones preocupantes. El equipo se ha encontrado inmerso en una dinámica negativa y necesita reaccionar con urgencia para evitar que el mal inicio se convierta en un lastre. Montilivi, que había comenzado el curso con ilusión, cerró la jornada con gritos de frustración y caras largas, testimonio de una tarde para olvidar.