El partido entre el Inter de Milán y el Fútbol Club Barcelona en el Estadio Giuseppe Meazza de la vuelta de las semifinales de la UEFA Champions League dejó a la delegación blaugrana con muy malas sensaciones. Más allá del resultado y la polémica actuación arbitral de Szymon Marciniak, que dejó al presidente Joan Laporta profundamente decepcionado con algunas de sus decisiones, hubo otro elemento que indignó especialmente a la cúpula del club catalán: el trato institucional y protocolario recibido por parte de la directiva del Inter de Milán.
Según ha explicado Esport3, Laporta, varios miembros de la junta, el director deportivo Deco y algunos jugadores que no participaron en el partido, como Jules Kounde, se encontraron con una situación totalmente anómala. En lugar de asignarles un espacio protocolario o en el palco de autoridades, como es habitual en partidos de esta magnitud, el Inter les reservó asientos en una zona de la grada rodeada de aficionados italianos. De hecho, las cámaras de televisión enfocaron a Laporta en algunos momentos del duelo, donde se le podía ver en esta situación tan extraña.
Esta decisión generó una atmósfera muy incómoda para los representantes del Barça, que durante los 120 minutos tuvieron que soportar insultos, gritos y provocaciones por parte de algunos sectores de la grada interista. Aunque los incidentes no fueron más allá de la agresividad verbal, Esport3 explica que fuentes del club aseguran que la situación podría haber supuesto un problema serio de seguridad para la expedición catalana.

Diferencia de trato entre las directivas del Barça y el Inter de Milán
Desde el Barça se expresa sorpresa y malestar por este trato, que consideran impropio de un club como el Inter de Milán. Cabe recordar, además, que en el partido de ida disputado en el Estadio Olímpico Lluís Companys, los representantes del club italiano ocuparon el palco presidencial con todas las atenciones institucionales pertinentes. El malestar es evidente en el Barça y este episodio añade tensión a una eliminatoria que ya había sido caliente por cuestiones deportivas y arbitrales. La sensación que queda en el club es que no se respetó ni el protocolo ni la cortesía institucional mínima que se da por descontada entre dos grandes del fútbol europeo.