El Real Madrid continúa dando bandazos tras su ridículo en la previa del clásico de la final de la Copa del Rey. El club blanco niega ahora los «rumores» que apuntaban que podría no presentarse al partido. En un comunicado oficial, el equipo de Florentino Pérez asegura que «nunca se ha planteado renunciar a jugar la final», y apela a unos supuestos «valores del fútbol» que «deben prevalecer por encima de la hostilidad». Unos valores que no aplica en su nota, dado que mantiene las presiones contra los árbitros Ricardo De Burgos Bengoechea y Francisco González Fuertes -colegiado de campo y encargado del VAR, respectivamente-. «Nuestro club entiende que las desafortunadas e inapropiadas declaraciones de los árbitros no pueden manchar el evento deportivo», continúa el escrito.
La polémica se ha generado después de que De Burgos y González Fuertes denunciaran las presiones que Real Madrid TV, uno de los varios altavoces mediáticos de los blancos, lleva meses ejerciendo contra el colectivo arbitral, con una hostilidad nunca vista, ni siquiera por parte del Real Madrid. A raíz de la rueda de prensa, el Madrid ha roto todos los protocolos de la final de la Copa y no se ha presentado ni a la comparecencia previa ni a la cena de directivas. Además, ha intentado cambiar a su gusto los árbitros de la final, una maniobra legalmente imposible y que la Federación española ha desestimado inmediatamente.
Guerra contra los árbitros
Los ataques sin cuartel del Madrid hacia el colectivo arbitral se han sucedido durante toda la temporada 2024/2025, coincidiendo con el mal rendimiento del equipo en la mayoría de competiciones. Lo ha hecho, además, a pesar de que los blancos se han impuesto en varias eliminatorias y partidos relevantes gracias a polémicas arbitrales a su favor -es el caso de los octavos de final de la Copa contra el Celta o del cuestionado penalti de Julián Álvarez en los octavos de final de la Champions League-. Según explicó el mismo De Burgos Bengoechea, incluso las familias de los árbitros sufren la estrategia madridista. Basta recordar el incidente con el árbitro José Luis Munuera Montero, uno de los mejor considerados de la federación española, después de que expulsara al centrocampista británico Jude Bellingham por insultarlo en un partido contra Osasuna. Entonces, medios afines al Real Madrid lo acusaron de corrupción por su asociación con una empresa dedicada a dar charlas a estudiantes y dos bares.


