El Real Madrid ha vuelto a pinchar. Esta vez, el Girona, tras hacer un gran partido en Montilivi, ha logrado rascar un punto contra el conjunto merengue. Aunque el mérito de los catalanes ha sido superlativo, los merengues eran claramente favoritos para ganar, ya que eran líderes antes de esta jornada y los de Míchel estaban en zona de descenso. El Madrid, sin embargo, encadena ya una racha de tres empates consecutivos en la Liga y no levanta cabeza. Ha perdido el liderato en detrimento del Fútbol Club Barcelona y en la capital estatal ya no pueden más. Fallan tantas cosas, que todos piden la cabeza de la misma persona, el arquitecto del equipo: Xabi Alonso.
Xabi Alonso, el gran señalado de la pésima racha del Madrid
El técnico vasco llegó este pasado verano al Real Madrid entre grandes expectativas. Venía de hacer un gran trabajo en el Bayer Leverkusen y la etapa de Carlo Ancelotti en el conjunto merengue ya estaba llegando a su punto final. El técnico italiano fue incapaz de hacer jugar a la vez a tantas estrellas juntas como Kylian Mbappé, Vinicius Jr. o Jude Bellingham y se fue. Xabi Alonso, sin embargo, se ha encontrado con el mismo problema. El entrenador vasco inició esta temporada con una gran racha de victorias, pero el juego del equipo dejaba mucho que desear. Aunque eso en Madrid no importe mucho, era un síntoma claro de que las cosas no funcionaban y ahora se está haciendo evidente también en los resultados.

Allí donde no llega Mbappé, no llega nadie. El Madrid, básicamente, es solo este jugador y lo que su inspiración de cara a portería dictamina. Futbolistas como Rodrygo Goes o Bellingham, que habían sido muy importantes en el pasado, están totalmente irreconocibles y restan más que otra cosa. Fichajes como Franco Mastantuono, Álvaro Carreras, Trent Alexander-Arnold o Dean Huijsen son incapaces de marcar la diferencia. El Madrid no juega a nada, según critica ampliamente su afición, que, además, señala a Xabi Alonso por querer tener la pelota, sin que esto se traduzca en goles y ocasiones. Las voces que llegan desde la capital estatal que piden su despido comienzan a ser mayoritarias.


