El desfile histórico de los tres anillos consecutivos de los Kansas City Chiefs ha tenido que ser cancelado sin fecha prevista de celebración. Los Philadelphia Eagles se han coronado campeones de la Super Bowl LIX, la segunda de su historia, después de pasar por encima del defensor del título y congelar completamente a su estrella quarterback, Patrick Mahomes, y al conjunto de su ataque, hasta ahora imparable. El equipo de Pensilvania ha confiado en el talento de sus líneas de bloqueo -la ofensiva para proteger las incesantes carreras del corredor Saquon Barkley y el mariscal Jalen Hurts, la defensiva para acosar a Mahomes como nunca lo habían hecho en su carrera- para frenar la maquinaria ideada por el entrenador Andy Reid. El resultado final de 40 a 22 engaña: los Eagles han levantado el pie del acelerador después de imponerse en los tres primeros cuartos con un inapelable 34-0, con puntos tanto del ataque como de la defensa; y buena parte de las pequeñas victorias de los de Missouri han llegado ya con el partido sentenciado.
La presión ha sido la clave para entender cómo el arma ofensiva más potente que la NFL ha visto en la última media década y algo más ha hecho el peor partido de su vida en el escenario más grande. Según el portal estadounidense Pro Football Focus, Mahomes ha jugado bajo la amenaza directa de la defensa el 53,3% de las jugadas del partido. Se trata del segundo grado de acoso más elevado en una Super Bowl en los últimos 8 años, superado solo, por cierto, por la otra gran final que han perdido los rojos: la Super Bowl LV, en la que los Tampa Bay Buccaneers del ya semi-retirado Tom Brady penetraron las compuertas de protección de los Chiefs un 59,6% de las jugadas. Con todo, Mahomes no ha podido jugar cómodo, y se ha visto claro en los primeros tres cuartos del partido. El quarterback ha lanzado dos costosas intercepciones; una de ellas, la más flagrante, ha terminado en touchdown defensivo para los Eagles, anotado por el esquinero Cooper DeJean. La estrella de Kansas City parecía ver fantasmas, y con razón: los defensores frontales de Philadelphia lo han llegado a golpear seis veces, la cifra más elevada de su carrera; y han dejado en evidencia una línea ofensiva desbordada.
Tampoco lo han ayudado sus receptores, que han confirmado las preocupaciones de los principales analistas por la flagrante falta de talento en ataque que sufrían los campeones. Su pareja de baile preferida, Travis Kelce, ha completado -como Mahomes- una de las peores actuaciones de su carrera, con solo cuatro pases atrapados para unas escasas 39 yardas. El veterano ha cimentado su legado de forma agridulce: con las cifras en la mano, ha superado al mítico Jerry Rice con 35 recepciones en la Super Bowl, el máximo de la historia del gran partido.

La imagen que quedará grabada en la mente de los fans de Kansas City, sin embargo, será el pase -completamente libre y perfectamente ejecutado por el quarterback- que ha dejado caer el veterano DeAndre Hopkins. Después de dos jugadas exitosas, los rojos -ya atrás en el marcador con un parcial de 23-0- buscaban recuperarse y cimentar la remontada al final de la primera parte. El pase del mariscal los habría puesto en una posición ideal, a solo 40 yardas de la línea de gol, y habría dejado el partido en una situación alcanzable de cara a la segunda mitad. En un tercer down clave, sin embargo, Hopkins dejó caer un balón franco y detuvo definitivamente los avances de los suyos, que no se volvieron a encontrar en el resto del partido.
Mérito para los Eagles
El partido, sin embargo, no ha sido ni de lejos decidido por el demérito de los defensores del título. La defensa de los Eagles ha sido imparable, y el mismo DeJean ha completado uno de los partidos más limpios de su aún joven carrera: al touchdown defensivo se deben añadir tres paradas exitosas y solo 64 yardas permitidas a sus hombres, la mayoría en los últimos minutos, ya sin incentivos. El MVP de la final, sin embargo, ha sido el quarterback de Philadelphia, Jalen Hurts, que ha aprovechado el ritmo que ya acumulaba durante la postemporada para firmar uno de sus mejores partidos como profesional, con 221 yardas en pase y 72 yardas en carrera, además de dos touchdowns. En las manos de su capitán, los entrenadores Nick Sirianni y Kellen Moore han puesto, además, jugadas de especial dificultad que ha completado con total solvencia: Hurts ha cerrado el partido con 137 yardas en pases explosivos -los más largos-, con un parcial de cinco completados de siete intentados, y una anotación en manos de su receptor estrella AJ Brown.

