No hay ningún tipo de duda de que el Girona Fútbol Club es el equipo de moda de la Liga. No solo esto, el conjunto de Montilivi despierta pasiones en toda Europa y en todo el mundo. Todo el mundo se fija en este club que apenas está disputando su cuarta temporada en la Primera División, la segunda consecutiva, y que lidera la clasificación a medio curso y está a un paso de convertirse en campeón de invierno. La última gesta, asaltar el feudo del Fútbol Club Barcelona, que esta temporada se sitúa en el Estadi Olímpic Lluís Companys, ha certificado el gran momento del Girona.
Ahora bien, este fenómeno es una novedad total y una sorpresa absoluta para esta ciudad catalana, que tiene una historia muy complicada con este deporte. El Girona, hasta hace muy poco, era un equipo asociado más bien con el fútbol local o regional. El ascenso del club a la Segunda División en 2008 ya era algo casi impensable para los aficionados de este equipo. Un sueño hecho realidad, ya que el Girona solo había pisado esta categoría entre la década de 1930 y la de 1950, cuando el club se fundó y los años posteriores.
Aun así, la última etapa del Girona en Segunda ya fue muy complicada, con muchos ascensos frustrados. Eloi Amagat, leyenda del Girona que pasó de Tercera División hasta Primera con este equipo, explica que en los últimos años se habían «pasado momentos muy duros, casi dramáticos». Esto, dice, es una de las claves para entender el momento actual: «Hemos sufrido mucho. Hemos pasado momentos muy complicados». Es por este motivo que ahora el Girona tiene los pies en el suelo: «Se ha seguido la misma línea, se han hecho pasos firmes, pero siempre con mucho realismo, sin querer aspirar a más de lo que se puede».
La historia del Girona, con obstáculos desde el inicio
Pero el sufrimiento del Girona no es exclusivo de los últimos años. De hecho, el fútbol ha estado cruel con esta ciudad desde sus inicios. Carles Ribera, periodista e historiador gerundense, explica los diversos batacazos que ha sufrido este club desde su fundación. «El Girona se funda en 1930, de una unión de clubes. Durante la República, hay un
Sin embargo, Ribera habla de otra «época dorada del Girona» durante los años 50, cuando el club volvió a la Segunda División. De aquella época tiene recuerdo Joaquim Nadal, alcalde de la ciudad entre 1979 y 2002, que, cuando era pequeño, iba a Vista Alegre, que entonces era el estadio del Girona, antes de la construcción de Montilivi. «De niño iba a Vista Alegre y el campo se llenaba», rememora. A pesar de que en los años 60 el equipo volvió a la Tercera División, el Girona conservaba una buena afición. Así lo recuerda Lluís Falgàs, periodista gerundense, que también iba a Vista Alegre de pequeño: «En Vista Alegre, en los años 60, había una grada donde se podía ir gratuitamente y no se cabía de la gente que había».
Todo ello comportó una apuesta más decidida por el club y se inició la construcción del estadio de Montilivi, que, como dice Nadal, «en esencia es lo mismo de ahora». El Girona fue fuerte y proyectó un campo con 10.000 localidades, a pesar de no haber asientos y con la gradería de cemento. Montilivi se inauguró en 1970, pero llegó en un muy mal momento. Ribera explica el motivo: «En los años 70 aparece un factor que saca público del Girona: con la autopista era más fácil ir a Barcelona y las peñas empezaron a ir al Camp Nou. De este modo, la gente dejaba de ir a Montilivi para ir a ver el Barça».

La «tormenta perfecta» que hizo que el Girona tocara fondo
Así empezó una larga etapa de «fútbol infernal», como define el mismo Ribera, donde incluso se consumó un duro descenso a Regional Preferente. Falgàs asegura que «cuando éramos 300 personas ya considerábamos que había una gran afición» y todo esto en un estadio pensado para 10.000 personas. El relato de aquellos tiempos que hace Joaquim Nadal refleja perfectamente la situación: «Era la precariedad más absoluta, el club debía la factura de la luz y las nóminas de los jugadores e incluso tuvo que afrontar una huelga de jugadores que se cerraban en el vestuario y no querían jugar». Ribera, hijo y nieto de exjugadores del Girona, recuerda que su abuelo fue tesorero del club y que tenía que hacer «martingalas» para sobrevivir.
El historiador Carles Ribera va más allá y habla de una «tormenta perfecta» que acabó de hundir el fútbol en Girona. «En los años 80 y 90 el baloncesto le hizo más competencia todavía al fútbol. El deporte de moda durante muchos años pasó a ser el baloncesto. Fontajau se llenaba. Había 300 personas en Montilivi con una capacidad de 10.000 y 5.000 en Fontajau con una capacidad de 5.000″, explica. Y esto no es todo: «Otro factor fue el buen momento del Figueres en los años 80 y el buen momento del Palamós en los años 90. La gente de Girona y de la provincia no iba a Montilivi a ver el Girona, sino a Figueres y Palamós». «Los astros siempre se habían conjurado en contra nuestra», afirma.
El Girona tocó fondo en los años 90, donde incluso llegó a pasar dos temporadas en la Primera Catalana y hubo graves problemas económicos. «Éramos cuatro gatos en Montilivi», advierte Falgàs, que también deja claro que entonces el equipo jugaba básicamente al «fútbol regional» e «ir a las tierras del Ebro era el desplazamiento más lejano que podíamos imaginar». En los años 2000 el equipo se estabilizó en la Tercera División y llegó a tener algunos ascensos a la Segunda División B. Fue entonces cuando Eloi Amagat aterrizó en el Girona: «Era un club muy pequeño. Pocas cosas se asemejan a la actualidad. Montilivi ha cambiado muchísimo. Los asientos eran de hormigón, había toda una parte sin grada, una afición muy reducida, fiel, pero envejecida…».
El Girona a partir de 2008, una línea ascendente que todavía no ha tocado techo
Es por todo esto que, cuando el club subió a la Segunda División en 2008, justo un año después de haber conseguido un ascenso que ya fue muy celebrado a Segunda B, los aficionados ya se pensaban que habían tocado techo, porque cumplieron un sueño. «Jugar en una categoría que no fuera regional es todo a lo que podíamos aspirar», recuerda Falgàs. Ribera va exactamente en la misma línea: «Era increíble que equipos históricos visitaran Montilivi». Al estadio volvió a ir mucha gente, cosa que, para Joaquim Nadal, ya era el colmo: «A Montilivi fui muchos años como aficionado y después como alcalde. Mi sueño era que el campo del Girona se volviera a llenar».
La estabilidad que consiguió el Girona en Segunda División durante los inicios de la década de 2010 fue una gran gesta para el club. Aun así, también sufrió intentos de ascenso frustrados muy dolorosos. Eloi Amagat fue un futbolista importantísimo de aquella etapa: «Sufrimos muchísimo, pero siempre nos levantamos. Lo más importante es que mantuvimos siempre la misma línea». Dice exactamente lo mismo el historiador Carles Ribera: «La clave de la gestión a partir de 2008 es que se sigue una línea firme y después aparece el grupo City para acabar de dar estabilidad y tranquilidad». Y el exalcalde Joaquim Nadal va también en esta dirección: «Se ha tenido cordura, se ha actuado de una forma razonable, y todo esto está dando muy buen resultado».
De este modo se llegó al primer ascenso a Primera División en 2017. Después de una buena temporada donde se consiguió la permanencia, hubo el doloroso descenso a Segunda División en 2019. Tres cursos más en la categoría de plata y, finalmente, Míchel Sánchez llega al banquillo, sube con el Girona en su primer año en Montilivi y el resto, como se suele decir, ya es historia. «Se está desmintiendo la idea de que algún día se producirá un desinflamiento», así resume Joaquim Nadal la situación increíble que vive el club en estos momentos.
Este gran momento del Girona no es una casualidad, según coinciden a decir todas estas personalidades gerundenses. «En Girona no nos lo acabamos de creer. Por eso hay mucha humildad, porque también hay mucha incredulidad. Nadie lo podía prever», explica el periodista Lluís Falgàs rememorando la historia del club lleno de obstáculos. «Hemos llegado con una velocidad de crucero a una situación que permite pensar que el proyecto es viable», dice Nadal.
Niños con la camiseta del Girona y el derbi contra el Barça
Si hay otro hecho que los aficionados que eran del Girona en épocas de vacas magras observan con admiración, es que ahora «la gente de Girona es del Girona y los niños van por la calle con la camiseta del equipo», subraya Eloi Amagat. Pero no solo él. Carles Ribera destaca lo mismo: «Lo más importante es que los niños van con la camiseta del Girona. Esto no había pasado nunca. Era impensable. Yo de pequeño era del Girona, pero ni lo pensaba». Y Joaquim Nadal tampoco se lo habría imaginado nunca en su etapa como alcalde: «La gente ya no es primero del Barça y después del Girona. Los niños van con la camiseta del Girona».

Por todo esto, ganar el derbi contra el Barça fue la catarsis definitiva para un club que ha sufrido muchísimo durante toda su historia. Así lo expresa Eloi Amagat: «La gente ha dejado el Barça y se ha hecho del Girona y este cambio era muy difícil. La mentalidad de la gente de Girona ha cambiado. Nos hemos igualado al Barça». Y para acabar, Lluís Falgàs da la imagen que, gráficamente, ejemplifica a la perfección que supone este momento para el club y sus aficionados de toda la vida: «El Girona solo jugaba contra el Barça en partidos de fiesta mayor. El Barça llevaba el equipo juvenil y para nosotros ya era una gran ilusión. ¡Y va y el otro día les metemos cuatro!».