El Girona ha vivido una tarde amarga en Montilivi, donde el Sevilla ha protagonizado una remontada agónica para llevarse la victoria (1-2) en un duelo intenso. El partido, que parecía encarrilado para los de Míchel gracias a un gol de Arnau Martínez en el minuto 37, se ha volteado con el empate de Saúl Ñíguez y una acción brillante de Dodi Lukébakio en los minutos finales. Los 12,040 espectadores presentes han visto cómo su esperanza se desvanecía en solo unos minutos.
La figura del partido ha sido Paulo Gazzaniga, que ha mantenido al Girona con vida desde el inicio con una parada clave de un penal ejecutado por Isaac Romero en el minuto 2. A pesar de este momento de confianza, los gerundenses han tenido dificultades para superar la presión andaluza, que complicaba la salida de balón. Aun así, un centro magistral de Tsygankov ha permitido a Arnau Martínez adelantar al Girona con un cabezazo preciso que el VAR ha confirmado.
El Sevilla de García Pimienta, sin embargo, no ha bajado los brazos y ha mantenido el pulso al partido, encontrando el premio tras el descanso

El segundo tiempo ha sido una batalla de intensidades. El Girona ha hecho un triple cambio con la entrada de Stuani, Solís y Van de Beek, pero no ha encontrado la frescura necesaria para mantener el ritmo. Mientras tanto, el Sevilla aprovechaba cada acción a balón parado para buscar el empate, que ha llegado en el minuto 59 con un remate afortunado de Saúl tras un córner.
Con el partido igualado, los visitantes han olido sangre. En una jugada individual espectacular, Lukébakio ha controlado con habilidad dentro del área y ha batido a Gazzaniga en el minuto 88, provocando un estallido de euforia entre los aficionados desplazados del Sevilla. El Girona, a la desesperada, ha intentado igualar en los últimos instantes con dos ocasiones de Stuani que han acabado desviadas.
El Girona, que venía de una dinámica positiva, deberá analizar los errores que han permitido a los andaluces volver al camino de la victoria. La próxima jornada en Vallecas será clave para recuperarse de este traspié inesperado contra un rival directo.