El Manchester City ha cerrado con victoria (3-1) el último partido de la temporada en el Etihad Stadium, que ha sido contra el Bournemouth. Aunque hace tiempo que el City no tiene títulos en juego, este triunfo ha sido clave para el gran objetivo que le queda al equipo en este final de temporada: clasificarse para la UEFA Champions League del próximo curso. En estos momentos, los mancunianos son terceros en la clasificación y deberán certificarlo este próximo fin de semana. El Manchester City todavía tiene la reciente herida del primer año en blanco de la era de Pep Guardiola en el banquillo, que este pasado fin de semana perdió la FA Cup. Aun así, este último partido en el Etihad ha sido una fiesta: se ha despedido Kevin de Bruyne y ha vuelto, por fin, Rodri, Balón de Oro.
Victoria, regreso de Rodri y despedida de De Bruyne
El centrocampista madrileño ha reaparecido ocho meses después de la grave lesión que sufrió poco antes de recibir el Balón de Oro y que lo ha mantenido fuera de los terrenos de juego durante casi toda la temporada. De hecho, este ha sido uno de los motivos principales del fracaso del City este curso, según ha explicado el mismo Guardiola en diversas ocasiones. Ahora, sin embargo, ya ha regresado y los citizens pueden estar de enhorabuena. Lo ha hecho en los últimos minutos, con el City dominando por 2-0 y en un ambiente distendido. Guardiola lo hizo entrar en el minuto 82, después de unas últimas instrucciones en la banda, y el público lo ovacionó en su regreso.
Antes, el momento más emotivo de la noche lo protagonizó Kevin de Bruyne. El belga, leyenda del club con 420 partidos, 108 goles y 176 asistencias, disputó su último partido como local antes de buscar un nuevo destino para terminar su carrera. Su salida del campo fue acompañada de una larga ovación y el abrazo de compañeros y técnicos. A pesar de haber tenido la opción de marcar un último gol, falló ante la portería vacía en un error insólito. En el aspecto deportivo, el City superó al Bournemouth gracias a los goles de Omar Marmoush, Bernardo Silva y Nico González. A pesar de la ausencia de títulos, la noche sirvió para reconectar al equipo con la afición y para ver cómo Guardiola, por fin, volvía a sonreír.
