El Sevilla Fútbol Club ha ampliado todavía más su gesta y ha conquistado su séptima Europa League. Es la séptima vez que este equipo llega a una final de esta competición desde que lo hizo por primera vez la temporada 2006-2007 y no ha perdido ni una. Esta vez, el rival ha sido la Roma de José Mourinho. En esta final se daba un hecho curioso, y es que el portugués tampoco había perdido nunca ninguna final europea. En esta ocasión, sin embargo, el Sevilla y su idilio con la Europa League han pesado más y han acabado con esta proeza de Mourinho.
La crónica del Sevilla-Roma (1-1)
La final entre andaluces e italianos no se ha resuelto hasta la tanda de penaltis. Durante los noventa minutos reglamentarios y la prórroga, el empate ha sido el resultado que se ha acabado plasmando en el marcador. La Roma ha sido superior en la primera parte y se ha avanzado gracias a un gol de Paulo Dybala. Los de Mourinho podrían haber ampliado todavía más la ventaja, pero el Sevilla ha resistido y ha acabado consiguiendo el premio en la reanudación, con un gol en propia portería de Gianluca Mancini. En la prórroga no se ha podido resolver este empate y los penales han acabado decidiendo. Los jugadores del Sevilla, acompañados de un escudo que da superpoderes en esta competición, han sido muy superiores desde los once metros y de este modo se han adjudicado la séptima Europa League del club.
El espectáculo lamentable de José Mourinho
Que Mourinho es una persona con muy poca capacidad de respetar el fair play ya lo sabíamos. Lo que ha sido más impactante ha sido su reacción absolutamente vergonzosa y lamentable ante la frustración de perder su primera final europea. No ha querido quedarse la medalla de subcampeón, que se ha sacado inmediatamente y ha regalado a un aficionado; se ha encarado en varias ocasiones con el banquillo del Sevilla; ha protestado continuamente por los arbitrajes e incluso ha esperado a los colegiados en el parking para increparles; ha dirigido insultos a diestro y siniestro… En definitiva: un nuevo espectáculo tristísimo de un personaje que, si bien consigue muchos éxitos deportivos, lo hace de una manera tan cuestionable que siempre quedará manchado por eso.
