La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha presentado su escrito de acusación, al que ha tenido acceso El Món, contra el expresidente de la Real Federación de Fútbol Española (RFEF) Luis Rubiales por el beso y posteriores comportamientos a la jugadora Jennifer Hermoso. El ministerio público pide un año de prisión por un delito de agresión sexual, del artículo 178.1 del Código Penal y un año y medio por un delito de coacciones, del artículo 172 del Código Penal. Se añade a la pena, dos años y medio de inhabilitación por una profesión relacionada con el deporte, dos años de libertad vigilada y la prohibición de comunicarse con Hermoso y de permanecer, como mínimo, en doscientos metros de distancia. Así mismo, le pide 50.000 euros de indemnización, además de 50.000 euros más solidarios con el resto de los cuatro imputados.
En este sentido, el ministerio público reclama por los imputados Jorge Vilda -entrenador de la selección femenina-, Rubén Rivera -jefe de marketing de la Federación- y Albert Luque -director deportivo de la RFEF- un año y medio de prisión, la misma inhabilitación para ejercer una profesión relacionada con el deporte. La condena también reclama la prohibición de comunicarse con Hermoso o de acercarse doscientos metros en un tiempo de 3 años y seis meses. Fiscalía considera que son culpables solo de un delito de coacciones del artículo 172 del Código Penal.
El beso de la final de Sidney
El relato de la fiscalía se comienza el 20 de agosto de 2023 cuando a la final del mundial femenino de fútbol, celebrado a Sidney, Rubiales después la victoria de la selección española, «le cogió la cabeza con las dos manos y con sorpresa y sin consentimiento ni aceptación de la jugadora le propinó un beso a los labios». Para evitar consecuencias personales y profesionales, los cuatro imputados empezaron a «hacer actas de presión directas sobre la jugadora» para que «públicamente justificara y aprobara el beso». Una situación que generó, atendida la fiscal Marta Durández, una situación de asedio hacia la jugadora que le impidió » desarrollar su vida en paz, tranquilamente y libre».
El escrito de acusación detalla que Rubiales requirió a Ana Álvarez Mesas, directora de fútbol femenino de la RFEF, que, justo después de la entrega de medallas y del beso, entrara a los vestuarios y mandara salir Jennifer Hermoso porque quería hablar con la jugadora. Jennifer accedió al requerimiento. Un encuentro que sirvió porque Rubiales le exigiera una declaración pública sobro que el beso fue consentido. Una propuesta con que la jugadora se mostró en desacuerdo y le remarcó que no tenía ninguna obligación de hacer. También añade que fue obligada a bajar del autocar que llevaba el equipo al aeropuerto de vuelta, para que signos una nota de prensa de la RFEF. Hermoso tampoco la aceptó, pero aun así, se remitió a los medios.
En el vuelo de vuelta de Australia en España, con escala a Doha (Qatar), Rubiales Béjar se dirigió de nuevo a Jennifer Hermoso para que accediera a hacer una manifestación pública conjunta de los dos. Una declaración que definiría el beso como consentido. La jugadora se volvió a negar una vez más, y le hizo ver que ya estaba «cansada» de las presiones. Rubiales y su equipo intentaron otra táctica a través de presiones de familiares, advirtiéndolos que si no hacía un video con una manifestación exonerando Rubiales, tendría «consecuencias negativas personales y profesionales por su carrera como futbolista». Viajes en Ibiza para intentar «doblar la voluntad de la jugadora», mensajes de whatsapp, insultos como «mala persona» y despropósitos que generaron una situación «de estrés y angustia» que llevaron la denuncia de la jugadora a la fiscalía.
