Ronald Araujo, jugador del Fútbol Club Barcelona, ya tiene su relato particular de Stephen King. El 16 de abril de 2024 se ha convertido en una fecha inolvidable para el central azulgrana porque con 25 años ha cometido el error más vistoso e importante de su carrera. El central había sido uno de los motivos de orgullo de la masa social culé durante los últimos años, cuando el club no estaba en una buena posición, ni deportiva ni económica. Cuando la entidad y sus seguidores creían que ya tenían al alcance la recuperación, una decisión del uruguayo ha condenado todas las narraciones de alegría imaginadas. El París Saint-Germain ha completado su venganza -esta vez con un sabor mucho más parecido al famoso 6-1 que recibió la temporada 2016-2017 precisamente a cargo de su actual entrenador, Luis Enrique– contra el Barça clasificándose para las semifinales de la Champions League con una victoria en la vuelta de los cuartos de final por 1-4 al Estadio Olímpico Lluís Companys que ha sido completamente determinada por la expulsión de Araujo.
El error de Araujo ha sido una demostración de por qué las buenas intenciones al fútbol no son suficientes. El deporte rey es un reflejo de la vida en sí misma: ya puedes construir una catedral con mucho esfuerzo durante muchos años, que una explosión con la potencia suficiente dinamita todo el trabajo. Así ha sido la expulsión del central del Barça, vivida al 29′, injusta por naturaleza por todo el que significa su imagen en la actualidad, pero merecida. Nuno Mendes, lateral izquierdo del PSG, sirvió una buena pelota a Bradley Barcola, delantero del conjunto parisiense, en la hora de cortar un mal pase del uruguayo cabe que, originalmente, era para Ilkay Gündogan, no para Lamine Yamal. Barcola aprovechó toda la ventaja en el espacio para superar al defensa. El extremo francés se iba a quedar solo contra Marc-André Ter Stegen y el culé optó para jugársela con una carga que el árbitro consideró ilegal. Cómo era el último hombre, la tarjeta roja era indudable si la falta se señalaba.
El PSG supo empujar a Araujo hacia el error
Por mucho que los debates cíclicos intenten hacer ver que el fútbol se asemeja más a un ejercicio puramente físico que no a un deporte con sus normas e interpretaciones, el error de Araujo fue una consecuencia directa de la astucia del PSG. Los pequeños detalles son los que marcan la diferencia y el central ha sufrido dos cosas: no tener un pie tan bueno como su joven compañero de línea, Pau Cubarsí, y contar delante con un equipo con una dirección tanto inteligente como llena de picaresca gracias a Luis Enrique. El conjunto parisiense ya se encontraba cómodo haciendo una presión alta en el Barça, que no acababa de estar muy posicionado. Presionar a Cubarsí era un riesgo para el equipo francés, por lo tanto, con el joven de La Masía mesuraban las situaciones. Se limitaban a tapar la opción de paso para él. En cambio, con el uruguayo no dudaban porque es el peor defensa culé en cuestiones relacionadas con el juego ofensivo y la construcción de la salida de pelota, clave en la hora de habla del famoso «ADN Barça» que tantos focos ha acumulado las últimas semanas. El ‘4’ azulgrana perfiló mal y, teniendo todos sus compañeros con una marca personal, los de «Lucho» saltaron hacia él. Quizás la jugada exigía una pilotada e intentar recuperar la posesión más tarde, posiblemente era mejor que Barcola finalizara sol ante Ter Stegen en lugar de jugar con un jugador menos durante 60 minutos, pero el partido exigía sangre fría y Ronald siempre ha sido caracterizado para tener una muy caliente.
La tarjeta roja para el azulgrana ha demostrado por qué el fútbol es un estado emocional. La expulsión de Araujo hizo perder los papeles al Barça, que a pesar de imaginarse muchos escenarios, no había pensado en un error garrafal de uno de los pilares de la victoria a la Liga de la temporada pasada. El conjunto barcelonés no estaba tan cómodo como se esperaban en casa, pero golpeando primero a la portería de Gianluigi Donnarumma, ciertamente no estaba defendiendo mal. Pero su acción ha puesto al límite a todo el equipo, un hecho que también se ha visto al cambio realizado por el técnico culé, Xavi Hernández. A pesar de haber sido el motivo del primer gol de Raphinha, el egarense ha optado por Lamine Yamal como damnificado para dar a un central puro como Iñigo Martínez. Xavi tenía que prescindir del joven de La Masía por su carencia de experiencia o mantenerlo a los terrenos de juego por su capacidad de regado al uno contra uno? La vuelta de los cuartos de la Champions exigía un control máximo y el ahora famoso minuto 29 implicó la anarquía mental para el club catalán.
Que la expulsión de Araujo fue un hecho inesperado se notó antes y después del descanso. El Barça no pudo evitar el empate del PSG a través de Ousmane Dembélé, que no llega a la altura de Luís Figo, pero da una ligera idea a la afición más joven de todo lo que significó la salida del exfutbolista portugués. Antes del descanso, los azulgranas estaban perdidos. Pero durante la segunda mitad, mordieron al conjunto parisiense. La última vez que el club francés visitó los culés, el resultado fue el mismo. Las formas y las sensaciones, pero, completamente diferentes. Al menos, colectivamente. Individualmente, el fuego sobre la posible venta del central revive. Su error llegó en el peor momento posible, pero el equipo de Luis Enrique demostró por qué la Champions es una competición donde se pagan muy caros. Cubarsí ha hecho creer que los de Xavi, de repente, ya tienen un sistema. El uruguayo que, a pesar de que la voluntad y la mejora es apreciable, todavía queda un punto de cocción. En su caso, para ser ejemplar con la pelota como central, en el del grupo, para volver a levantar la Copa de Europa.
