La afición del París Saint-Germain ha recibido al Fútbol Club Barcelona en la ida de los cuartos de final de la Champions League con una pancarta de la saga de Star Wars donde, con el personaje que han escogido para el mosaico (el Maestro Yoda), han demostrado no entender de qué tratan las películas. Un hecho paralelo a lo que le pasa al club parisino con el fútbol europeo desde que lucha por levantar la Champions League. El Parque de los Príncipes es un espacio que, desde la compra de Qatar Investment, ha destacado por abusar de su músculo económico. El valor de mercado de Kylian Mbappé y Neymar Jr. no fue suficiente para que la entidad francesa levantara la Copa de Europa en 2020, cuando perdió en la final contra el Bayern de Múnich. No ha sido hasta este año cuando, con la llegada de su actual entrenador, Luis Enrique, ha empezado a entender que se tiene que pensar más en el colectivo que no en los individualismos. Hoy el Barça de Xavi Hernández le ha dado una lección a través de Raphinha, Robert Lewandowski y Jules Koundé: por mucho que el rival venga de una situación difícil, no hay que despreciarlo, porque cuando la inspiración está apagada, es la constancia a la hora de trabajar el hecho puede acercarnos a los objetivos.
Raphinha ha vivido al Parco de los Príncipes su mejor noche desde que es azulgrana. Precisamente bajo la mirada de su ídolo: Ronaldinho, igual de querido en París que en Barcelona. Al extremo culé siempre se le ha reprochado que es incapaz de regatear como el héroe a quien ha admirado. Pero aquí el problema nunca ha sido del jugador como tal, sino del resto de personas que querían proyectar un perfil de futbolista que no era en lugar de apreciar las calidades que sí que tiene. En París todas sus virtudes han quedado destapadas: capacitado para romper el espacio, buen golpeo de la pelota y una gran capacidad de sacrificio para absolutamente todo. Es igual si se trata de presionar, de jugar de interior y no de extremo, o de concentrar más los esfuerzos en hacer pases que no al finalizar las jugadas. Sus dos goles contra el PSG son la recompensa para un miembro infravalorado en el Barça. El talento natural de figuras como Lamine Yamal siempre llama la atención, pero los espíritus creativos envidian la regularidad de aquellos que no son tan agraciados y se dejan la vida en la cultura del esfuerzo.
La recompensa del Barça por no bajar los brazos
Ser de clase trabajadora implica instinto de supervivencia, un hecho que siempre ayuda cuando las cosas no van tan bien o son difíciles. Lewandowski también ha destacado por hacer un trabajo laborioso y desagradecido en silencio, pero que ha implicado grandes resultados colectivos. Cuando el Barça echaba de menos una buena salida de pelota, el polaco siempre estaba preparado para recibir el esférico de espaldas. Para girarse y conectar con los extremos que sí que podían picar el espacio. Ha recibido veces, como cada vez que suena la alarma para madrugar, pero se ha respondido. Sin él, los goles no habrían llegado a favor de los culés, del mismo modo que Koundé ha evitado más del PSG. Hace unos meses el francés renegaba de jugar de lateral derecho, pero estela de banda los supuestos galones está mostrando su mejor versión. Contundente en los duelos, inteligente con la pelota, gestionando el espacio y paciente cuando tenía que aguantar los rivales. El conjunto dirigido por Luis Enrique no ha encontrado nunca a Mbappé en una situación favorable, de hecho, la suya primera ocasión clara ha llegado al descuento de la segunda mitad. Los parisinos han querido atacar mucho más a través de Ousmane Dembélé, inspirado por la no escrita ley del ex. Los tres protagonistas azulgranas de la noche han conseguido centrarse en los futbolistas que son en la actualidad y no en una proyección.
La historia de la saga original de Star Wars es la de una rebelión que se sobrepone a la represión de un imperio, en este caso, galáctico. Uno de los errores de la dictadura, que a través del aspecto de Darth Vader podía representaba su terrorífico carácter, fue despreciar la fuerza de voluntad de sus enemigos. El poder creía que, con toda la potencia económica y militar de su lado, eran indestructibles ante los rebeldes. Pero ellos nunca bajaban los brazos: sufrían golpes duros, muchas veces en forma de bajas, pero eran laboriosos y asumían riesgos para liberar la galaxia. Ahora mismo, el Barça disfruta de su metamorfosis como rebelde. Quizás cayó dos temporadas consecutivas en la Europa League, pero después de muchos esfuerzos, ha demostrado de nuevo que puede competir bien y con dignidad en la Champions League. En cambio, el PSG está al lado oscuro cegado por el ansia de poder, tanto por el presidente y el grupo inversor que tiene atrás como por la obsesión para ganar la primera Copa de Europa. El trabajo no dignifica, porque una persona vale mucho más que el que hace al ámbito laboral, pero tenerlo por bandera ayuda a afrontar mejor los momentos más duros o disfrutar los más dulces. Así lo han demostrado Raphinha, Lewandowski y Koundé después de meses rodeados de tantas críticas como dudas.