El Fútbol Club Barcelona ha ganado porque, por una vez, ha tenido aquello que tanto apela su entrenador: efectividad en las áreas. Los azulgranas se han impuesto al Real Club Deportivo Mallorca porque Lamine Yamal, de 17 años, se ha inventado una genialidad que solo está en los pies de los jugadores que están tocados por una barita mágica. Los culés también pueden presumir de determinación en su propia área después de no recibir ningún gol. Tal como sucede con la jugada del gol de la victoria, por un motivo que tiene nombre y apellido: Pau Cubarsí. El partido contra los baleares era duro para el central por las condiciones de sus delanteros, Vedat Muriqi y Cyle Larin. Pero después de ofrecer un recital, la pregunta es tan insultante como sencilla porque no llega a la mayoría de edad: ¿qué no hace bien?
Cubarsí reivindica el tesoro que el Barça tiene en La Masía. El partido contra el Mallorca no era nada fácil, especialmente cuando se trata de un equipo que se encuentra cómodo defendiendo en bloque bajo. Un golpe más, los jugadores de la casa son los que han asumido la personalidad que hace no tanto Ilkay Gündogan exigía. Yamal ha puesto la creatividad a la delantera, mientras el central ha reivindicado la coherencia en la hora de ofrecer salida de balón. El de Estanyol no limita sus facilidades a pases cortos, sino que arriesga cuando lo considera necesario y ayuda mucho a la hora de hacer progresar el equipo. El enfrentamiento de hoy no ayudaba en exceso por cómo defendían los baleares, pero prácticamente cada contraataque de los azulgranas tenía el nombre de la joven perla. Con un 96% de efectividad en los pases ha acabado.
Cubarsí rompe los esquemas que limitan los defensas culés
De todos modos, el mejor aspecto de Cubarsí es apreciar cómo rompe mitos. Porque el Barça tiene la desgracia de hacer ver que solo valora centrales si tienen buena salida de pelota y calidad técnica. A las leyendas y las promesas las une el hecho de ser víctimas de este cliché. Como si esto de «defender» jugando como «defensa» fuera una cosa secundaria. El joven jugador reivindica el arte noble de proteger una portería de todas las formas posibles. Quizás el Mallorca no es el equipo más ofensivo de toda la Liga, pero cada centro lateral o pelota larga de los baleares iba cargado de veneno. A pesar de esto, el de Estanyol era la suya kriptonita. Cubarsí representa la medida justa y necesaria de las cosas: solo entra cuando reconoce el momento exacto, pero a la vez es capaz de saber cuando tiene que dejar espacio para correr a los delanteros y estar muy pegado a ellos.
Muriqi y Larin no son delanteros fáciles de defender. El primero es el más efectivo de toda la Liga en los duelos aéreos, mientras el segundo engaña, porque bajo su envergadura esconde una gran velocidad. Cubarsí no solo ha mantenido la portería a cero, sino que ha hecho ver que defender las puntas del Mallorca era un trabajo fácil. Ha normalizado que un adolescente de 17 años puede ganar por arriba al kosovar y ganar al espacio al canadiense. Todo esto mientras ofrecía las correcciones necesarias a Iñigo Martínez o complementaba la suavidad con el balón que a Andreas Christensen le falta a la hora de girarse como pivote. El central de Estanyol hace del tiempo y de su equipo una