El Real Madrid llevó a cabo su habitual estrategia de acoso y presión hacia los árbitros antes de la final de Copa, la cual ha tenido efecto, pero a medias. A pesar de un arbitraje muy polémico de De Burgos Bengoetxea y González Fuertes en el VAR, el Fútbol Club Barcelona se ha proclamado campeón y el fútbol ha ganado en Sevilla.
El Barça sobrevive a la emboscada blanca y levanta la Copa pese al pésimo arbitraje de la final
La final entre Barça y Madrid ha estado marcada por unas decisiones arbitrales bastante incomprensibles. En la primera parte, De Burgos Bengoetxea ha sido muy permisivo con los jugadores blancos, que han tenido barra libre y no han parado de cometer faltas y más faltas, la gran mayoría muy duras, sin castigo. Además, ni el árbitro vasco ni González Fuertes desde el VAR han querido intervenir en dos posibles penales a favor del Barça, uno por manos de Fede Valverde y otro por una acción entre Ceballos y Pau Cubarsí, en la que el centrocampista del Madrid agarró al central del Barça en un córner evitando que este pudiera rematar.
Si en la primera mitad hubo polémica, en la segunda aún más. Con 2-2 en el marcador y en el último minuto de partido, De Burgos Bengoetxea señaló un penalti de Asencio sobre Raphinha. González Fuertes le llamó para que fuera a ver la jugada en el VAR y el árbitro vasco rectificó anulando la pena máxima y mostrando la tarjeta amarilla a Raphinha por simular. La acción en cuestión está bien arbitrada, pero tan solo unos minutos antes, Rudiger cometió un penalti clamoroso sobre Ferran Torres que ni De Burgos Bengoetxea ni González Fuertes vieron o no quisieron ver. El defensa alemán, sin opción alguna de jugar el balón, golpeó la pierna del delantero valenciano del Barça, que cayó al suelo. Sorprendentemente, la jugada quedó en nada. Finalmente, a pesar de la controvertida y polémica actuación arbitral provocada por el acoso previo del Real Madrid, el Barça acabó levantando la Copa y mantiene vivo el sueño del triplete.
