Orgasmo, orgía, éxtasis, ¡lo que los culés quieran! El Futbol Club Barcelona ha vuelto a convertir el Estadio Santiago Bernabéu, el campo del eterno rival, el Real Madrid, en su jardín. Esta vez, con un director de orquesta nuevo, Hans-Dieter Flick, que ya ha entrado en los libros de historia culés y, en su primer clásico, como hicieron Pep Guardiola y Xavi Hernández, ha conseguido una goleada por cuatro goles de diferencia (0-4). Después de una primera mitad donde el Madrid llevó la iniciativa y el Barça se defendió muy bien, los blaugranas pasaron a dominar la segunda parte y los goles empezaron a caer como bombas en Chamartín. Dos de Robert Lewandowski, uno de Lamine Yamal y uno de Raphinha fueron la sentencia del nuevo Madrid de los galácticos de Florentino Pérez, que lleno de estrellas ha acabado estrellado (0-4).
La crónica del Madrid-Barça (0-4)
Flick ha apostado por esa máxima que dice que cuando las cosas funcionan, es mejor no cambiarlas. Por eso, el técnico alemán ha utilizado la misma alineación que usó para derrotar al Bayern de Múnich en el Estadio Olímpico Lluís Companys. Ahora bien, el partido no tuvo absolutamente nada que ver con aquel recital del Barça. Desde el primer momento, el Madrid se encontró muy cómodo buscando la espalda de la defensa blaugrana. Eso sí, los jugadores culés estuvieron muy concentrados para trazar la línea del fuera de juego correctamente y todas las acciones de peligro de los blancos quedaban invalidadas por posición antirreglamentaria. De hecho, Kylian Mbappé adelantó a los merengues con un buen gol de vaselina, pero fue anulado por fuera de juego.
En cualquier caso, el Barça no encontró la fluidez necesaria durante la primera mitad. Los jugadores de Flick no tuvieron la capacidad de aguantar el balón y generar los espacios necesarios para hacer su juego. No hubo casi ninguna ocasión clara de los blaugranas en todo el primer tiempo. Más allá de alguna llegada, donde futbolistas como Raphinha o Lewandowski no estuvieron tan inspirados como en los últimos partidos o como en la segunda parte, el Barça fue casi inofensivo durante los cuarenta y cinco minutos iniciales. Eso sí, las estrellas del Madrid, Mbappé y Vinicius Jr., tampoco estuvieron especialmente efectivos de cara a portería y, entre eso y los fueras de juego, los culés lograron irse al descanso con un empate en el marcador que era la mejor noticia después de lo que había sucedido sobre el césped.

En la segunda parte cambió todo. ¡Y de qué manera! Quién sabe qué habrá dicho Flick a sus jugadores en el descanso, pero el Barça logró hacer lo que mejor sabe a partir de la reanudación: es decir, tomar el balón, atacar con un criterio fantástico y dejar al rival sin capacidad de reacción. El primer gol cayó enseguida, en el minuto 54. Marc Casadó, uno de los grandes descubrimientos de Flick, filtró un pase increíble para Robert Lewandowski. El polaco controló el balón a la perfección y fusiló a Lunin con un disparo ajustado al palo. Y enseguida, solo dos minutos después, un contraataque muy rápido del Barça terminó con un centro fantástico de Alejandro Balde para Lewandowski, que volvió a terminar con un golazo del polaco, esta vez con un cabezazo imposible de detener.
El éxtasis blaugrana ya estaba desatado. El Santiago Bernabéu, que ya tenía dudas de su equipo antes de este partido, quedó silenciado, totalmente aturdido. Aunque el Madrid intentó reaccionar, la defensa blaugrana, con Pau Cubarsí, Iñigo Martínez y Jules Kounde totalmente concentrados, secó a los merengues. Y uno de los únicos futbolistas del Barça que había sido señalado hasta el momento, el portero Iñaki Peña, se reencarnó en el lesionado Marc-André ter Stegen para detener todas las ocasiones del Madrid.
El Barça continuó teniendo oportunidades clarísimas. Con los merengues totalmente lanzados al ataque, los espacios para los blaugranas eran aún más claros. Lewandowski volvió a tener dos ocasiones de oro. Falló ambas cuando las que había marcado antes eran más claras. Desaprovechó un pase de la muerte de Raphinha y una posesión en el interior del área. El polaco perdonó demasiado al Madrid y, ya que él no podía, aparecieron sus compañeros en ataque. Primero, Lamine Yamal aprovechó un muy buen pase de Raphinha e hizo el tercero con un disparo espectacular, imposible para Lunin. Después, ya en la recta final del duelo, el mismo Raphinha puso el lazo con una vaselina fantástica. Partido histórico del Barça en el Bernabéu, que ya se va a seis puntos de su eterno rival en la clasificación de la Liga.




