El Real Madrid tiene una capacidad única para generar relatos. Con todas las instituciones a favor, es mucho más fácil. Últimamente, además, desde Cataluña se compra y se traga todo lo que llega desde la central lechera. Es por eso que de cara al clásico de este domingo en el Estadio Bernabéu parece que los merengues llegan como grandes favoritos y que el Fútbol Club Barcelona solo opta a dar la sorpresa. ¡Al loro!, pero, que no estamos tan mal. Aunque pueda haber la sensación de que el Barça arrastra una racha nefasta -hay quien ya pide la cabeza de Hansi Flick y todo-, la realidad es que la diferencia en la clasificación de la Liga es de solo dos puntos y, si los blaugranas logran ganar el clásico, superarán al Madrid en la tabla.

De hecho, los datos muestran que esta temporada, en la Liga, el Barça ha marcado más goles que el Madrid y solo ha encajado uno más. Aunque se diga y se repita por activa y por pasiva que el conjunto merengue, con un Kylian Mbappé en estado de gracia -eso sí- sea una máquina ofensiva y muy fiable en defensa, la diferencia de goles beneficia al Barça. Y es que si bien es cierto que el Madrid solo ha tropezado una vez en toda la temporada y que esto lo convierte en un equipo temible, los culés lo han hecho tres veces, lo cual tampoco es un dato terrible, ahora que ya ha pasado una cuarta parte del curso.
Quien ríe último, ríe mejor
Este clásico y su previa pueden recordar, por ejemplo, el primero de la temporada 2010-2011, cuando José Mourinho acababa de tomar las riendas del Madrid -como ahora ha hecho Xabi Alonso-, llegaba con una gran racha de resultados -como ahora- y tenía en Cristiano Ronaldo a su gran estrella -como ahora pasa con Mbappé-. En aquella ocasión, algunos merengues hablaron demasiado, como el mismo CR7, que, tras una goleada del Barça en la anterior jornada de Liga a aquel clásico se atrevió a decir que a ellos no les marcarían ocho goles. Bueno, no fueron ocho, pero sí que fueron cinco, una manita muy recordada que silenció de golpe la euforia merengue y que dejó a Mourinho escondido en el banquillo del Camp Nou.

En esta ocasión, el escenario es diferente, es el Bernabéu, lo que también da una cierta ventaja al Madrid, y el juego de este Barça de Hansi Flick no es tan fiable y exuberante como el de aquel de Pep Guardiola -el mejor de la historia reciente-. Ahora bien, el técnico alemán tiene argumentos de sobra para tener crédito de cara a este enfrentamiento. La temporada pasada ganó absolutamente todos los clásicos que se disputaron, algo que hasta ahora nadie había podido decir. Por lo tanto, ahora se puede decir misa desde la capital estatal, que lo que cuenta es lo que pase cuando el balón comience a rodar.
¿Convencidos de la victoria o nerviosos y necesitados?
Es más, este relato generado desde Madrid también puede denotar un cierto nerviosismo y ansiedad por ganar de una vez por todas un clásico al Barça de Flick. Si bien ningún jugador merengue ha mostrado esta vez la osadía de Cristiano Ronaldo en el año 2010, sí que hay declaraciones que indican que los madridistas se ven ganadores de este partido, pero que también están muy necesitados de esta victoria. Rodrygo Goes, por ejemplo, declaró hace unos días que «se tiene que ganar al Barça como sea», mientras que Thibaut Courtois, uno de los capitanes, aseguraba que «después de varias derrotas la temporada pasada, es muy importante ganar este clásico».

Ahora bien, donde no llegue el Madrid por fútbol, también intentará llegar por otras vías, como bien aprendió Florentino Pérez de la época de Mourinho. La intoxicación mediática hace tiempo que se ha activado, pero se ha intensificado sobre todo las últimas semanas. La víctima, como no podía ser de otra manera, es Lamine Yamal y su vida privada, que se cuestiona día tras día desde Madrid, con el beneplácito de muchos medios catalanes, que también mojan pan. Esto ha hecho estallar al mismo Flick, que ha defendido en rueda de prensa que Lamine «puede hacer lo que quiera con su vida», siempre que después continúe trabajando como trabaja en los entrenamientos. Cuando el balón ruede, Lamine hablará y quizá muchos tendrán que callar.

