Rafa Nadal ha vuelto a hacerlo. El tenista balear ha accedido a una nueva final de Roland Garros, su Grand Slam favorito. El domingo optará a levantar su decimocuarto trofeo del torneo de tierra batida más importante de todos. Y lo hará después de haberse clasificado con mucha fortuna. Y es que en la semifinal que se ha disputado este viernes, su oponente, el alemán Alexander Zverev, se ha lesionado cuando aún quedaba mucho partido y por tanto ha tenido que retirarse (7-6, 6-6).
El cartel de la cita ya hacía presagiar que era una final anticipada. Nadal y Zverev son dos de los mejores tenistas del momento, y así lo avala el ranking ATP. El primero ocupa la quinta posición, mientras que el otro, la tercera. Este nivel y esa igualdad se ha trasladado a la pista parisina del complejo Philippe Chatrier. De hecho, el alemán ha empezado ganando el primer set con un parcial de dos juegos a cero favorables, después de haber roto el primer saque de Nadal. Un Zverev muy concentrado, y un Nadal que todavía estaba haciendo la siesta.
Eso sí, eso era un juego de niños para Nadal. Como cuando un padre deja unos metros de ventaja en una carrera a su hijo. Después del fulgurante inicio de Zverev y su 0-2, la bestia se ha despertado. Ambos han ido ganando sus juegos, con un Nadal ya con todos los sentidos en la pista. Y eso le permitió igualar a cuatro el set, rompiendo su primer juego y rompiendo las esperanzas del joven que tenía delante. El guión se mantuvo igual hasta que ambos llegaron a un tie break surrealista.
Y es que en la particular tanda de penaltis tenística para decidir el set, Zverev se ha puesto con un 2-6 favorable, y por tanto con tres balones para decidirlo. Pero el gigante español ha remontado bajo presión para acabar imponiéndose por 10-8. Un parcial increíble de 8-2 para ganar el primero y para encauzar la semifinal.
El momento fatídico de Zverev y afortunado para Nadal
En el segundo set las cosas se han descontrolado aún más. Ambos jugadores se han soltado, y se han robado muchos sets. La previsibilidad del primer acto ha dado paso al arrebato del segundo. Eso sí, la igualdad mencionada inicialmente hizo acto de presencia y ambos volvieron a terminar la segunda manga con empate a seis. Eso sí, justo en el punto que definió este marcador llegó la tragedia del alemán.
Y es que en un intento de devolver una pelota complicada, se ha hecho mucho daño en el tobillo, ha caído al suelo con mucho dolor, y se ha retirado de la pista en silla de ruedas. Un final horrible para un tenista ambicioso pero aún aspirante, y un final afortunado para un ogro que aspirará a finales de semana a ampliar aún más su leyenda en la ciudad del amor.