La ofensiva militar que está llevando a cabo el ejército de la Federación de Rusia en tierras de Ucrania, en el contexto del conflicto entre unos y otros que tiene cerca de una década de vigencia, incide, desgraciadamente, en el deporte . Mientras ha trascendido la cifra de víctimas mortales de, al menos, 130 ciudadanos ucranianos y ciudadanas ucranianas, los principales actores deportivos han tomado la palabra.
Después de que ayer los futbolistas del Nápoles y del Fútbol Club Barcelona se hicieran una foto con una pancarta que decía, en inglés, «Stop war» («Basta guerra»), que el jugador ucraniano del Atalanta Ruslan Malinovskyi hiciera lo mismo en las celebraciones de sus dos goles contra el Olympiakos o que la UEFA castigase a la federación rusa sin final de Champions en su territorio, el entrenador del Girona, Míchel, también se ha solidarizado.
El madrileño ha reivindicado, «en nombre de todo el club», el «no en la guerra». Además, clamó que «el sufrimiento de muchas familias, como la de Julius, no tiene justificación». Por tanto, sus palabras tienen mucha importancia y simbolismo. Míchel se refirió a Vierus Julius, encargado del material de la primera plantilla del Girona, que es ruso y, al mismo tiempo, tiene su familia en Ucrania.
Kravets, futbolista ucraniano del Sporting de Gijón, también muy afectado
Sin embargo, el Girona no es el único equipo afectado, aunque sea desde la distancia, por los horribles sucesos producidos en el este de Europa. Por ejemplo, en la misma Segunda División, pero en el Sporting de Gijón, el futbolista ucraniano Vasyl Kravets ha denunciado, en una entrevista en Radio Marca, que «están matando a gente, civiles, en hospitales… todo es culpa de Putin, no quiero decir que es culpa de Rusia, pero sí de Putin. Somos un país que quiere vivir tranquilo. No queremos atacar a nadie, queremos vivir bien y tranquilos»,
Además, el defensa de veinticuatro años ha afirmado que «quiero ir a la guerra y ayudar a mi gente. Pero no puedo ayudar porque no sé cómo disparar, cómo moverme, cómo recargar un arma… pero la verdad es que quiero ayudar. Si pudiera ir, iría delante de defender mi territorio. Es obligatorio para el corazón de los ucranianos».
Por otro lado, ha explicado que «no duermo nada. Mi madre me llama, escucha disparos… estoy entrenando, pero sólo pienso en mi país, en mi familia… mi mujer llora ocho o diez veces al día, es increíble. Mi familia está bien pero… tienen un miedo a puta madre».