Ha tenido que convivir con críticas feroces, que le acusaban de no tener la capacidad de ser, todavía, el entrenador del Fútbol Club Barcelona. Ha tenido que entrenar a un equipo irreconocible con jugadores poco conocidos por el público no especializado. Ha tenido que aprender a bailar debajo de la lluvia. Ahora, ha salido el primer arco iris de la temporada. Y es porque ha hecho un pacto con Dios. El nuevo Barça ha hecho esperar noventa minutos a su afición para que llegara el primer gol, pero éstos han llegado a cántaros. El nuevo Barça ha sudado para obtener la primera victoria, y ésta se ha producido tras una excelente gestión de Xavi Hernández.
Xavi es ese hombre al que muchas personas acusan de no tener mano dura. De no saber gestionar las relaciones con jugadores que un día fueron sus compañeros. Pues bien: este domingo, en la goleada en el campo de la Real Sociedad, el capitán ha sido Marc-André ter Stegen. Obviamente Sergio Busquets no podía estar por sanción, pero el terrassense ha descartado también a Gerard Piqué, Jordi Alba y Sergi Roberto. Todos, en el banquillo. Y en el césped, un equipo con una media de edad de 24 años.
Xavi arriesga con muchos factores en uno de los estadios más difíciles
El técnico culé no ha empezado ganando, ya que eso solo suelen hacerlo los técnicos que tienen a Leo Messi a su alcance. Pero sí arriesgando. Y quien no arriesga no gana. Esto hace años que queda claro. Desde la infausta noche de Roma, en la que el Barça decidió no arriesgar. Esta vez, en una de las visitas más exigentes del campeonato, el equipo sí arriesgó. Ha salido con una línea de tres defensas a jugar contra David Silva, Mikel Merino y compañía.
Ha arriesgado en el esquema, pero también en la elección de los nombres. Xavi ha sido valiente y ha tenido personalidad al alinear Alejandro Balde. El canterano ha ejercido como extremo, pese a ser un lateral izquierdo por naturaleza. Ha sido decisivo, con la primera asistencia culé de la temporada, y se ha vaciado en defensa. Le ha dado la razón.
En el intercambio de golpes de la primera mitad, el marcador ha dictado un empate a uno. El Barça tenía la Real donde quería, pero ésta, con contragolpes eléctricos, amenazaba con remontar. Hay que decir que Ter Stegen ha salvado a los suyos.
En la reanudación, sin embargo, Xavi ha hecho un haraquiri que le ha dado la razón. Teniendo todavía a los rivales donde quería, ha dibujado una alineación ultraofensiva, situando a Robert Lewandowski, Ousmane Dembélé, Raphinha y Ansu Fati juntos. En un cerrar y abrir de ojos los suyos aniquilaron a los vascos, con un 1-3 que el citado Ansu redondeó al final, con un cuarto gol.
Ansu, con dos asistencias y un gol, y Lewandowski, con un doblete, fueron las figuras del partido. Pero Xavi ha sido el bombero que acaba de apagar un fuego. No quiere pretender ser el héroe, puesto que era su trabajo, pero no deja de tener mérito. Xavi ha ganado muchas cosas en San Sebastián.
Ha ganado la etiqueta de valiente, gracias a muchas decisiones, que se resumen en la entrada de Balde, el esquema de la línea de tres que ha situado Balde como extremo y Ferran Torres como mediapunta, la alineación de De Jong como pívot defensivo en detrimento de Miralem Pjanic, la confianza en Eric Garcia y Andreas Christensen como pareja de centrales y la brutal jugada ultraofensiva del segundo acto. Éste es el técnico que representa el barcelonismo. Ha sido criticado ad nauseam… como también lo estuvo Alex Ferguson en sus inicios en el banquillo del Manchester United. Queda mucho, y eso no ha hecho más que empezar. Pero promete.
